... me sentó de espaldas a él, con su pene en la mano busco nuevamente mi rajita y me la fue metiendo lentamente, a partir de ese momento yo me sentaba y levantaba con suavidad sobre su pene, apretando hacia abajo cuando la tenía muy dentro y moviéndome circularmente haciendo que los diésemos sendos gritos de placer, sus manos en ningún momento se quedaron quietas, su mano derecha apretaba y pellizcaba mis pezones y su mano izquierda pulsaba y acariciaba mi clítoris lo que hacía que me volviera loca.
Yo solo subía mi cuerpo sentándome sobre él, mis manos sobre mis rodillas o sobre la pared de enfrente cuando me inclinaba hacia delante, con ellas podía llegar a los grifos del agua que sin querer abrí un poco y una lluvia fina empezó a caer del techo mojando nuestros cuerpos una vez más, miraba hacia arriba con la boca abierta y veía como caía una pequeña cortina de agua sobre mi cara que daba pequeños gritos cuando me sentía llenar con su pene, poco a poco mis movimientos se aceleraron mis caderas se movían circularmente, su pene estaba tan dentro de mí, en una cárcel de placer para los dos que cuando hubieron pasado minutos en esa posición subiendo y bajando el hijo de Mónica se levantó sin sacármela, haciendo que cayera de rodillas en el suelo mojado y cogiéndome de las caderas empezó a follarme con mucha rapidez.
Sus gemidos convertidos en gritos como los míos y una sensación de placer empezó a envolver mi cuerpo, mi vagina inundada de flujo por el orgasmo que me ...
... estaba provocando metiéndome así de esa manera su pene, mis brazos cayeron al suelo no pudiendo resistir los empujones por detrás, mi cuerpo con mis nalgas solamente elevadas hizo aprovechar esa postura para desde más arriba, juntándose más a mí y con sus piernas casi sobrepasando mis caderas, sentándose en mis nalgas con su pelvis, bajaba y subía con fuerza empalándome contra el suelo, no podía dejar de gritar, más que gritos eran alaridos de placer cuando sentí como él estaba gritando también y después de un grito seco, muy alto y en esos momentos sentí como me regaba con su semen, uno, dos y tres enormes chorros de semen lanzados por su pene al interior de mi vagina, y luego más despacio seguía metiendo y sacando su pene de mi vagina hasta que se levantó, abrió el agua más fuerte y limpiándose un poco de sudor se fue tal como vino.
Me quede sentada bajo la lluvia ahora intensa de la ducha, disfrutando todavía del polvo que me había echado el hijo de Mónica, metiendo mis dedos en mi vagina haciendo que saliera parte de su semen, había sido increíble, había llegado a tal punto de placer que me había quedado durante unos momentos en éxtasis y ahora que me preguntaba, ahora iría a la habitación de Mónica y… de sobra sabía ella lo que había pasado, sabía que su hijo me había follado, es más estaba segura de que había sido ella quien lo había enviado y estaba segura de que cuando llegara a la habitación Mónica me lo iba a decir, fui muy cautelosa al entrar por la puerta de la ...