Estaba nerviosa, nunca había estado en una situación como esa y nunca había estado con una mujer, realmente estaba excitada aunque no quería hacérselo ver, sus manos apartaban el pelo de mi cara, acariciaban mis pómulos mientras me miraba fijamente, era la ternura personificada, la veía como a una madre, pero a la vez como una amante, estaba tan cerca de mí que sus labios acariciaban casi los míos, ya me tenía cuando su mano acaricia por debajo de la falda mi vulva, sí, estaba realmente nerviosa, pero muy excitada.
Todo empezó no hace ni seis meses cuando Mónica empezó a trabajar en la galería de arte donde también trabajaba yo, enseguida conectamos y enseguida entablamos amistad, Mónica es una mujer de unos 40 años divorcia y con un hijo algo más joven que yo, en los descansos para desayunar o comer hablábamos de nosotras, de nuestra vida en general, nos sentíamos cada día más cercanas con muchos puntos en común a pesar de la diferencia de edad, llegamos a conectar tanto que empezó a contarme cosas muy personales e íntimas como que se había acostado después de su divorcio con su hijo, es más que lo seguía haciendo y que le encantaba, la verdad que al principio me quede sorprendida y no sabía que decir, pero al cabo de los días lo veía como algo que no tenía más importancia siendo los dos muy libres de hacer lo que quisieran, al fin y al cabo él era un hombre y ella una mujer y nada más.
Mónica me contaba toda su relación con sumo detalle, detalles que había días que me ...
... excitaba tanto que llegaba a humedecer mis bragas e incluso soñar con ser yo la que estuviera con su hijo y así se lo dejé caer un día a lo que ella me contestó que eso se podía arreglar, me quedé muy sorprendida por su ofrecimiento y al cabo de los días me empezó a convencer de que la acompañara un día de marcha con ella y con su hijo, que podríamos hacer incluso un trío si yo estaba dispuesta, me acuerdo que reía, quizás para evitar que viera, que su proposición me había excitado más de la cuenta.
Yo realmente no era así, muy loca sí, pero llegar a esos extremos no, realmente no, solo pensar que ella casi me doblaba la edad, que follara con su hijo mientras que ella estaba presente y hacer un trío, me daba realmente vértigo y aun así acepté sin pensármelo más, a lo que me lleva al día de hoy. Eran las diez de la noche cuando llegué a la sala de baile donde quedé con ella, me había arreglado bastante para aquella cita, un vestido palabra de honor rojo muy corto y ceñido que dejaba soñar con mi cuerpo a cualquiera, no sé por qué elegí ese vestido, quizás el más provocativo que tenía, quizás porque sabía que con cualquier pequeño movimiento tenía que bajarme la falda después de que ya me hubieran visto el tanga blanco que llevaba y eso me excitaba, Mónica estaba dentro de la sala y estaba preciosa, como si me hubiera leído la mente Mónica estaba con el mismo vestido, pero en un color azul celeste.
Empezamos a tomar copas a bailar y reír, pero su hijo de momento no había ...