... los efectos del alcohol y otra muy diferente esta que lo estaba haciendo libremente y conscientemente, me gustaba y estaba disfrutando con ella.
Decidí pasar a la acción y cogiéndola por la falda tiré un poco hasta que empecé a sacarle el vestido por la cabeza, Mónica tenía un cuerpo espectacular y al igual que yo no llevaba tanga que supongo lo habría perdido como el mío, no llevaba ningún sostén y empecé acariciarle los pechos con cuidado, pasaba las yemas de mis dedos por sus areolas y sus pezones que se erizaron enseguida, Mónica hizo lo mismo conmigo y me quito el vestido despacio, empezó a besarme la tripa, lamiéndomela de lado a lado mientras que yo me desabrochaba el sostén que llevaba dejando libres mis pechos que no tardaron en mojarse con su lengua.
Acariciaba su vulva con mi mano notando la excitación en ella, estábamos las dos realmente entregadas la una a la otra, nuestros labios húmedos y de las vaginas salía nuestro flujo blanquecino cuando nos metíamos los dedos la una a la otra haciendo que las dos gimiéramos y excitáramos más.
Nuestras lenguas jugaban juntas a un juego erótico dentro y fuera de nosotras, las dos sentadas con las piernas medio abiertas con mi mano en su vagina y la suya en la mía metiendo y sacando el dedo corazón a la vez que el pulgar presionaba nuestros clítoris, lo mojábamos con nuestros flujos y volvíamos a presionarlo y acariciarlo. Quería estar allí con ella, desde hacía tiempo que lo deseaba aunque nunca pensé en ello, ...
... estaba disfrutando de aquel momento cuando Mónica se levantó y cogiéndome de la mano me llevo a su habitación con una enorme cama donde me acostó quedándose ella con la cabeza entre mis piernas.
Sentía como su lengua succionaba mis labios y mi clítoris, sus dedos paseaban libremente por la entrada de mi vagina como queriendo entrar, estaba tan excitada que cuando sentí su lengua traspasar mi vagina pegue un ligero salto de placer, la sentía húmeda y caliente dentro de mí, sus dedos resbalaban por mil labios y por mi clítoris circularmente y no podía más que agarrarla de la cabeza empujándola hacia mí, con mis gemidos llenando la habitación, queriendo echar abajo los mitos de que una mujer no sentía el mismo placer como cuando está con un hombre, ahora puedo decir que si, que es un mito, porque Mónica me estaba llevando por una senda de placer todavía virgen para mí.
Varios minutos después era yo la que saboreaba sus flujos, la que metía mi legua tan profundamente como podía y la que cogía sus labios entre mis dedos resbalando una y otra vez por ellos, tenía un clítoris realmente hermoso que me llenaba continuamente a tenerlo dentro de mi boca mientras lo lamía en su interior con mis dedos corazón y anular dentro de su vagina deslizándose arriba y abajo haciéndola gritar y gritar, Mónica me agarraba de los pelos revolviéndome la melena mientras que también me apretaba contra ella, no dejándome respirar en algunos momentos.
Sentíamos la necesidad de follarnos, la necesidad ...