1. El estigma


    Fecha: 07/06/2019, Categorías: Gays Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... comprendía, ¿su hermana una jodida tortillera o una puñetera ninfómana a la que todo, todo, le iba bien; todo le valía? Era evidente que no era la primera vez, no era una simple experiencia.
    
    »Cuando Ana le dio un beso en esa boca, no quiso ver nada más y se alejó. Se senté en el escalón con un come-cocos que se agitaba por dentro. Las oía coñear, gemir, disfrutar; y finalmente terminó por echarse a reír de los alaridos que pegaban, vaya par de elementas. Desde luego quién era él para inmiscuirse en su vida.
    
    »Pero la imagen de su hermana, con el pelo alborotado cayéndole por la cara, con esos labios rojos carmesí, lascivos, entreabiertos, viciosos; y esa cintura... Le había enganchado, presuponía la causa, pero no quería reconocerlo. ¡Joder!, cuidado que le gustaba su hermana, le daban ganas de llamar y que le invitaran a la “fiesta”.
    
    »Por azares del destino, le había tocado a él ser el bicho raro que poco a poco, día a día, se va enamorando de su hermana; su estilo, su actitud ante la vida, su aguda inteligencia. Lentamente le embrujaba. Claro que se aborrecía por esos pensamientos y esperaba que fueran pasajeros pero lo llevaba metido en los tuétanos, en lo más profundo de su ser; aunque sepultado por mil capas de meditado raciocinio.
    
    »Tres días después, se desencadeno todo. Era tarde, paseaba con Ana por el parque y las farolas se acababan de encender. Una ligera corriente de aire mecía las falsas plataneras, Ana sintió frio y ligeramente la estruje contra ...
    ... mí para darla calor. Un solitario banco vacío, con un tablón como respaldo, estaba en nuestro camino. Por la penumbra que existía no lo vimos al principio. Ana se sentó en el canto del tablón, Yo me senté al revés metiendo las piernas por el hueco que dejaba el tablón.
    
    »Estaba radiante. Le miró con picara lujuria. Se deslizo sobre el tablón, cayéndose sobre virilidad de él. Le miro con la boca entreabierta; no hablaban, sólo con las miradas se comunicaban. Le sonrió y bajo su cremallera, “sacándosela”, mientras suavemente se la manoseaba; en silencio, observaba las masculinas reacciones. Se había convertido en una especie de rival respecto a su hermana, pero cómo le ponía. Metió la mano para despejar la tanga, pero no llevaba nada. Con burlona expresión le observaba, se humedeció los labios con su lengua, esperando y acariciándoselo. No pudo evitar sonreírla de la sorpresa que le había preparado, y tampoco se hice esperar, con placentera impaciencia se la hundió en el húmedo receptor. Con las manos apoyadas sobre el borde del respaldo la tenía atrapada, mientras ella, Ana, apoyaba sus manos sobre los hombros de él. Observaban cómo sus caras se tensaban. Cada vez se la metía más profundo, con más ahínco, con más ritmo. Cuando su fuerza se debilitaba a medida que con su germen de vida la inundaba, en ese momento, con el último golpe, el más duro, el más contundente, fue cuando se lo soltó:
    
    "Cuéntaselo esto a mi puta hermana".
    
    »Sorprendida por la frase le dio un beso ...
«12...567...17»