El estigma
Fecha: 07/06/2019,
Categorías:
Gays
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... mucho daño, podemos...
Y sonriéndole le soltó.
“¿Mucha polla para tan poco hombre?”
Está bien mi amor, prepárate a sentir –con tierna sonrisa respondió Víctor.
Ahí estaba, cinco años después a su merced, era su amo y señor, pero era sobre todo su amada hermana, así que abrió su culo y hay estaba ese ojete negro parduzco que se lo ofrecía virgen. Lo empezó a querer, a darle lengüetazos, a meter la punta de la lengua sobre él. Elena se corría, se movía como una perra salida. Introdujo un dedo, después forzó con dos, en un intento de ahuecar ese seco y cálido agujero, para seguidamente tras ensalivarse el glande, la introdujo, golpe a golpe. Notaba como su culito se abrazaba a todo su nervudo falo; como penetraba en caminos inexplorados, al mismo tiempo a cada embestida; Elena daba un alarido de dolor y clavaba las uñas sobre la superficie del sofá. Pero el instinto vencía a la razón y con un profundo golpe, la penetración se completó, su alarido fue salvaje mientras que él sentía un intenso placer, cálido y cabrón. Las cantaras lecheras estaban a punto de descargar, cuando, Elena, más relajada, le gritó.
Te siento en todo mi intimo ser, me siento rajada, y noto tus golpes tan dentro de mi que bombean todo mi ser"
Y como un volcán que entrara en erupción arrojando ...
... todo la materia tantos años aprisionada, así su semen explosiono sobre el culito de su amada Elena. Exhausto, se tumbó en el suelo, y Elena, se tumbó encima mientras se daban un sudoroso beso. Víctor al ver sus ojos de color café claro, tan amorosos, tan suyos, lo comprendió. Se deslizó sobre su cuerpo y sobre su tatuaje le dio un profundo y largo beso. Elena, le tomo entro sus brazos y le descubrió su íntima marca,
Ahora lo comprendes, mi amor, me marque para ti para siempre aunque nunca pude decírtelo".
El cansancio, la tensión acumulada del día termino por agotar a Víctor que se quedó plácidamente dormido. Elena le observó largo rato mientras se fumaba un cigarro y acariciaba su pelo, alcanzó su móvil y marcó:
-...
- Sí, aquí le tengo en mis brazos ronroneando.
-...
- Sé que me consto convéncele, pero...
-…
- No, no... Por una noche es suficiente… ya le diré que soy la madre de su hija.
La sensación de su mano acariciándose suavemente le produjo una grata sensación, al llegar a su pelvis; lo vio, ese pequeño tatuaje al lado de la ingle que se lo hizo el día de cumplir 18 años. Era su estigma, marcada para siempre. Con la punta de los dedos suavemente lo acarició, y respiró hondamente, incomprensiblemente sintió un estremecimiento.
FIN DEL CAPÍTULO