El estigma
Fecha: 07/06/2019,
Categorías:
Gays
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... etiqueta de su librería. Eso era lo que le extraño y se le había escapado, ¡Tenía precio de hace 3 años!
Iba a preguntar cuando se retuvo, lo que nunca había hecho, lo hizo en ese momento: mirar, rebuscar entre las pertenencias de su hermano. Un pequeño grito de alegría surgió al abrir su álbum de fotos; entre las fotos había algunas de ella, una cuando acabo la carrera hacía 4 años, algunas que no recordaba y una de él con cabello largo.
Elena la miro con intensidad, concentrándose y entonces lo recordó, "aquel tío que de forma casi superficial acaricio las ondas de su pelo, lo noté y me volví y allí había un tarado con pelo largo y gafas oscuras. Sentí que era conocido, cercano, algo familiar, pero se alejó y nunca lo entendí". Fue hace 2 años. Se sentó y exclamó, “¡Era mi hermano!” ¿Por qué venía de tan lejos a espiarme?, ¿por qué se preocupaba de mí?, ¿qué le impulso a acariciar mi pelo? Pero la respuesta ya lo sabía, se lo había notado esta noche con sus miradas, con sus gestos, con sus tics, pero no quiso creer en su instinto de mujer y en ese momento se estremeció de gozo. La había amado en la distancia.
Una necesidad largamente ansiada iba tomando cuerpo, su falda cayó al suelo, y su blusa, y sus pantis; y desnuda se puso una holgada camisa raída; y se fue al salón a esperar.
Cuando Víctor, salió del baño con una toalla sobre la cintura, y otra secándose el pelo, se quedó sorprendido de ver todavía a su hermana allí que cómodamente leía,
¿No te habías ...
... ido?
Lo he pensado mejor, siéntate aquí.
Dócilmente Víctor se sentó y Elena se levantó, las luces indirectas permitían ver el hermoso contorno de su cuerpo torpemente tapado por la raída camiseta, y ella indiferentemente lucía sus rosáceas aureolas resaltando sobre la blancura de sus generosos y turgentes senos; una hermosa matita de negro pelo, marcaban el principio del más lujurioso manjar y su cuerpo con movimientos sensuales se acercaba a él.
Vas desnuda Elena -dijo Víctor sorprendido.
Sí, aquí me gusta estar cómoda
Contesto Elena mientras, indiferentemente, apoyaba sus cálidas manos sobre sus hombros y como una amazona, arqueó sus piernas montándose sobre sus muslos, a escasos centímetros de su oculto pene. Le miró durante unos segundos con una cálida y dulce expresión, se humedeció brevemente con su lengua sus labios enrojecidos por su carmín, cogió la toalla y empezó a secarle el pelo.
¿Así que no has vuelto en seis años, verdad?
Ya te lo he dicho -respondió.
Seguía mirándole, disfrutaba de su extrañeza, mientras le secaba su cabello,
¿T e gusto como mujer?
Cualquier hombre te desearía.
Y, ¿mi hermano?
Por dios, aquello ya paso.
Dejo de secarle el pelo, arrojó la toalla. Ante su mirada empezó a acariciarse su necesitada oquedad. Le observo y sus oscuros ojos brillaban de éxtasis, eran tiernos y suplicantes, diciendo entonces a su hermano.
Buen intento, pero ya no te sirve.
Elena seguía acercándose a él. En su lento trepar, ...