Viernes, 12 de julio de 2019
Fecha: 26/02/2023,
Categorías:
Gays
Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos
Hoy fue un viernes con extraordinario masaje. Estoy pensando que quizá no es necesario que me presente cada vez, si al final cuento mis cosas, pues ya sabéis bien, un tío bueno, caliente, bien equipado para la guerra y siempre con ganas de estar en plena batalla. Me gusta ganar las batallas por abandono del enemigo, es decir, que antes se cansen los otros de follarme que yo de que me follen. Me gusta hasta el vicio. Sí, lo mío es vicio en algunas ocasiones o en todas. Es que me pasa que solo ver a un hombre que me mira y ya está. Tengo siempre más ganas de hombre que una soltera a los 45 años. Bueno, a lo que vamos.
Mi primo Alfredo siempre ha sido para mí como un hermano, la relación familiar entre nuestros padres ha sido inmejorable, razón por la que hemos crecido juntos o casi juntos como hermanos. Nos diferenciamos en que Alfredo dice ser heterosexual (?). Yo he consentido siempre que él lo sea; de hecho se ha casado, tiene dos niños preciosos que me quieren con locura, y también se ha divorciado. Además, mi primo es mi amigo, un amigo excepcional e increíble. Mi primo se casó porque tocaba y agarró la niña más bonita del pueblo, pero mala mujer; ¡pobres sobrinos míos! Ya se lo dije a mi primo, no te cases con esa, pero él se empeñó. Dicen que el amor es ciego, pues este amor de Alfredo fue ciego de nacimiento. Se prendó de su belleza y luego tuvo en casa una mujer aburrida, que no se arregla y a la carrera se va afeando más que la mierda. Si lo digo así no es por ...
... desprecio, sino porque hasta huele mal. Lo dicen hasta mis sobrinos que son sus hijos, ya me contaréis.
Yo vivo en mi ciudad de toda la vida, ni se me ocurrirá irme a vivir a otra parte, solo que tengo que compartirla con Madrid por suprema necesidad y mientras no haya remedio. Mi ciudad es insuperable porque tiene un mar que vale un huevo y parte del otro, y tiene unas playas nudistas que son lo mejor de lo mejor, no nos han dejado unas calas llenas de piedras como en otras partes, sino con fabulosa arena rubia o blanca, anchas, extensas y tranquilas, y son varias las playas libres de textil.
Mi primo Alfredo viene a casa tan a menudo como puede para ver a su padre, pues su madre ya murió de una feroz leucemia rápida y sin remedio. Como Alfredo ya está divorciado y sin ganas de otra mujer, cuando viene a ver a su padre, pernocta en mi casa. Nos reunimos para tomar un café e intercambiar preocupaciones. En uno de estos viajes me habló de ir a una clínica de masajes. Ese día mientras yo estaba en mis quehaceres laborales, él había ido a «desintoxicarse» —eso es lo que él dice—, como si yo no lo conociera. Me regaló una sesión de masaje en una clínica de masajes en la ciudad. Lo ha hecho por mi cumpleaños. No conocía yo la tal clínica.
— Es una nueva clínica de masajes, —me explicaba Alfredo—; fui esta mañana cuando te fuiste a tu trabajo porque la espalda me estaba matando. El nombre del masajista es Ricardo, aunque él se llama así mismo Getulio; estuvo increíble y pensé ...