1. Viernes, 12 de julio de 2019


    Fecha: 26/02/2023, Categorías: Gays Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    ... baja de la espalda.
    
    — Sí, tu vida debe ser muy sedentaria, te pasas casi todo el día sentado en la silla frente a un escritorio porque tus glúteos también están duros, llenos de nudos, —dijo Getulio.
    
    Mientras decía esto, su mano empezó a frotarme el culo y a masajearme las nalgas de un lado a otro. Mientras masajeaba las nalgas, sus dedos empezaron a rozar ligeramente por entre las nalgas en torno al arrugado ano. Iba frotando atrás y adelante sobre el agujero. Aplicó aceite junto en mi agujero.
    
    — ¡Esto está muy, pero que muy apretado, querido! —dijo Getulio mientras con un dedo frotaba mi agujero e introducía lentamente una parte de su dedo dentro de mí.
    
    — «¡Aw! ¡Oooooohh!, —se me escapó un suave gemido de placer al presionar Getulio mi agujero.
    
    Me estremeció todo mi cuerpo y pulsé hacia arriba, contrayendo mi culo en torno a su dedo. Al parecer Getulio se sintió invitado y presionó de nuevo su dedo pero aún más profundamente. Tomó el aceite y me aplicó más a mi agujero, haciéndolo muy húmedo y resbaladizo.
    
    Getulio añadió otro dedo, luego otro…, presioné mi cuerpo contra su musculosa mano mientras gemía de éxtasis. Sin previo aviso, Getulio se detuvo inmediatamente y me pidió que me diera la vuelta. Yo temía haberle llevado por mi estremecimiento más allá de lo correcto. Me di la vuelta. ¡Mi plácida polla estaba dura como una roca! Ahora no había manera de disimularlo.
    
    Getulio me masajeó el pecho, los brazos, las piernas, el estómago…, como si no ...
    ... hiciera caso a mi polla que me palpitaba. Sus manos musculosas se sentían increíblemente bien sobre mi piel. Estaba tan caliente que cada pasada de sus manos me hacía sentir un hormigueo por todo el cuerpo, como mariposas en el estómago y calambres en los muslos subiendo hacia mis huevos. Hasta ahora no había podido ver nada más que el piso debajo de mi cara. Confiaba en el tacto más que en la vista, pero al rato de darme la vuelta, abrí los ojos y vi algo increíble: Getulio también se había quitado toda la ropa. Me había estado dando los masajes estando él desnudo. Usar sus antebrazos para masajear era una cosa, pero había estado usando todo su cuerpo; sus pectorales y abdominales eran impresionantes; su piel negra estaba brillando por el aceite de masaje. Su polla estaba sin circuncidar, al igual que la mía, pero ahí es donde nuestras semejanzas acaban, si bien ambos estábamos dotados de buena longitud, su polla es súper gruesa. Sin exagerar, es del grosor de una botella de cerveza, aproximadamente entre 20 y 21 cm. de circunferencia, o tal vez 6,5 cm de diámetro; eché una mirada a mi antebrazo y ese era aproximadamente el grosor. ¡Imposible rodearla con una mano! Ver esa polla hizo que la mía propia saltara aún con más emoción. ¡Joder, qué polla, que me hizo ganas de poseerla donde debiera estar!
    
    Volvió a frotar mi cuerpo y cubrió mi piel con aceite. Me dijo:
    
    — Cierra los ojos y concéntrate en mis movimientos en lugar de en mi cuerpo.
    
    Hice lo que me dijo. Cerré los ojos ...
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