Madre exhibicionista
Fecha: 20/10/2022,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... Sentir como palpitaba de placer entre mis brazos. ¡Quería follarla!
Me deshice de mis ropas de forma apresurada. Mi madre me vio entrar en el dormitorio con la polla apuntando a su cuerpo y con la mirada enfebrecida de un loco.
- ¿Qué haces? ¿No me estarías espiando?
- ¡No puedo aguantar más, mamá!
Me abalancé hasta ella, sin que sus tímidos intentos lograran deshacer mis obscenos abrazos. Mis labios buscaron los suyos sin obtener resistencia cuando mi lengua penetró entre los mismos.
Su lengua, extremadamente húmeda y caliente, se acopló a la mía como si se trataran de una sola.
Mi polla se restregaba en su cuerpo como si pudiera penetrar por cualquier poro de su piel.
El ímpetu del abrazo hizo que cayéramos sobre su cama.
- No, hijo mío… no. -Imploró lastimeramente, aunque su cuerpo empujara en dirección a mi erección. –
- Te necesito, mamá. Por favor…
- No. Tócame si quieres… pero… otra cosa no… - Afectada por aquella inmensa demostración de deseo, el tono de su voz no podría ser menos restrictivo. –
Sobé sus pechos, clavándoseme los pezones en las palmas de las manos. Sin llegar a quitárselo, el sujetador quedó completamente desbaratado por mis caricias, dejando un pecho al aire y el otro cubierto.
Chupé el pezón que había quedado expuesto como si estuviera mamando.
Intenté meter la mano bajo sus braguitas, pero me lo impidió como si hubiera tomado la tela de las mismas como la última barrera para evitar que la penetrara.
Aún ...
... así, loco por sobarle el coño. Se lo acaricié por encima de las braguitas. La suave tela de las mismas no evitó que pudiera percibir el calor y la humedad de su palpitante sexo.
- Mmmm, no sigas… no sigas ahí.
Seguí mamando de su pecho e incrementé las caricias sobre su sexo.
- Ufff. Qué coño más rico tienes, mamá.
- No sigas… no… hijo mío… no, que me estas volviendo loca… mmmmm.
-
Sus negativas se acompasaban a los gemidos más increíblemente obscenos. El placer la obligaba a cerrar los ojos, pero, ansiosa por ver mi cara de deseo, volvía a abrirlos constantemente.
Mis caricias hicieron que, poco a poco, para facilitar las mismas, sus piernas respondieran abriéndose de par en par.
Notando aquella apertura de piernas, cada vez más evidente, me incorporé buscando la mejor posición para penetrarla. Por muy inexperto que me tratara, sabía que, con las piernas cerradas, difícilmente podría hacerlo.
Con la polla apuntando a su sexo, sin otro obstáculo que las braguitas, y una gota de líquido pre seminal en la punta del mismo, mi madre me miraba como si no pudiera creerse que su hijo pudiera desear penetrarla, pero sus piernas permanecieron abiertas.
Deseando aprovechar la oportunidad, ni siquiera perdí el tiempo en quitarle las braguitas, simplemente se las aparté de forma suficiente para que su sexo quedara expedito.
¡Voy a metérsela a mi madre!, ¡voy a metérsela! –Pensé sin decirlo en alto. –
De forma tosca, ni siquiera encontré el lugar idóneo ...