Madre exhibicionista
Fecha: 20/10/2022,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... braguitas.
- Que cabrón.
- Fue Nuria la que me lo hizo saber. Nos reímos, y sintiéndonos seguras por encontrarnos en un lugar tan transitado, decidimos fingir que seguíamos charlando sin percatarnos de nada mientras nos “descuidábamos” constantemente, permitiéndole disfrutar a su antojo de la visión de nuestras braguitas. Que aquel hombre, que a nosotras nos parecía poco menos que un abuelo nos mirara así, nos provocaba un morbo enorme.
- ¿Y él no se dio cuenta de que lo hacíais queriendo? -Pregunté cada vez más excitado.-
- Seguro que sí. Pero nosotras estábamos tan excitadas con el juego como para pensar que no.
- Uffff.
- El cincuentón disfrutó de lo lindo y, aunque ocultó lo que hacía colocándose una especie de mochila entre las piernas, la posición de su mano y el movimiento de la misma, nos hizo saber que se estaba masturbando.
- Que pedazo de cabrón. Seguro que jamás se lo habían puesto tan fácil. Ja, ja, ja.
- Aquello nos excitó enormemente. Jamás hubiéramos pensado que nosotras podríamos provocar tanto deseo en un hombre de aspecto tranquilo y pacifico como para arriesgarse a masturbarse allí mirándonos las braguitas.
- Ufff.
- Con seguridad se tuvo que dar cuenta de que nuestros descuidos no eran tales y que disfrutábamos dejándole mirar entre nuestras piernas. Tardó un cuarto de hora en acabar, y lo vimos limpiarse con una servilleta de papel. Tras ello se fue de allí como si nada hubiera ocurrido. Aquella experiencia nos provocó tal ...
... morbo como para desear repetirla, y más, cuando nuestra “integridad” no había sufrido peligro alguno. Habría bastado con gritar para llamar la atención de las innumerables personas que circulaban por allí.
- Uff, me imagino lo que disfrutó aquel cincuentón.
- Hubiera sido muy descarado volver al mismo sitio. Así que, días después, probamos en otros parques, pero nunca encontramos otra oportunidad similar, ya que, o eran sitios demasiado apartados o poco transitados, o el aspecto de quien podría mirarnos no nos ofrecía confianza.
- Ya entiendo.
- El caso que aquella experiencia nos había excitado tanto como para buscar otros métodos “sin riesgos” que nos satisfaccieran.
- Uff.
- Fue Nuria la que me animo a calentar a su hermano mayor. Yo la visitaba constantemente, y aunque en principio nunca me había mirado de forma obscena, mis descuidos le afectaron desde el primer momento.
- ¿El hermano de Nuria? Uff.
- Si, ya te digo, fue idea suya. En su casa, en su presencia, y tratándose de su hermano, pensamos que difícilmente se podría descontrolar la situación. A solas jamás lo hubiera hecho.
- Ufff. Que suerte tuvo.
- Pero… en cierta manera se descontroló. Nuria, celosa de aquellas miradas, también empezó a descuidarse. Nuestros juegos terminaron siendo tan evidentes para su hermano como para desear algo más que mirar.
- ¡No jodas que intentó follaros a las dos! ¿A su hermana también?
- Bueno… tanto no. Aunque seguro que lo hubiera hecho de haber ...