Pablo era hijo de soltera, moreno, de ojos negros, pelo rizado, delgado, alto, guapo, muy infantil para la edad que tenía en lo que al sexo se refiere y un buen amigo.
Lo peor, "o lo mejor", que encontré en él era la obsesión que tenía por las tetas de su madre. No paraba de hablar de ellas. El pobre se mataba a pajas.
Aquel día estábamos robando cerezas de vino sentados en dos ramas de un cerezo. Después de escupir la pepita de una cereza y meter un puñado de ellas dentro de la camiseta, me dijo:
-Estuve otra vez cerca de comerle las tetas a mi madre, me faltó...
-¿Echarle huevos?
-Sí, me faltó eso, echarle huevos.
-Cómo siempre. ¿Qué pasó esta vez?
-Pasó que le dije que me dolía la cabeza, me sentó en sus rodillas y apoyó mi cabeza entre sus tetas.
Le dije, en tono jocoso:
-¡Graaandes y blaaaanditas!
-No te rías de mí. Hombre.
-Estaba de broma. ¿No te ofreció una aspirina?
-No.
-Claro, quería darte el biberón a ver si te pasaba.
A Pablo no le gustaba el cachondeo que me traía con él.
-¿Quieres parar de decir tonterías?
-¿Te volviste a empalmar al apoyar la cabeza en ellas?
-Si, y después me hice una paja.
-A ver, alma cándida. ¿Te crees que tu madre no ve el bulto en tu pantalón? ¿Te crees que al hacer la cama no ve el color amarillo que queda sobre las sábanas al secarse tu leche? Tu madre, cuando hace esas cosas quiere follar contigo. Lleva muchos años sola y es muy joven...
Me interrumpió.
-¿Tu madre cuándo te ...
... acaricia la cabeza quiere follar contigo, mal pensado?
-Mi madre no se pone escotes para andar por Casa que le llegan hasta el ombligo. Lo sé porque me lo dijiste tú.
-Sí, es verdad que te lo dije, pero eso es cuando tiene calor.
-¡Joder si tiene! ¿Y sabes donde, atontado? En el coño.
-¿A dónde quieres llegar, Quique?
-A que folles a tu madre. Te lo está pidiendo a gritos bueno, y si se puede, a follarla yo también.
Pablo, entró al trapo.
-Tú que sabes mucho de eso. ¿Cómo lo haríamos?
-Durmiendo yo un día en tu casa.
-¿Así de fácil?
-Tienes que dar tú el primer paso. Métele mano y dile que te enseñe las tetas.
-¿Quieres que me ponga en las rodillas y me ponga el culo rojo con la zapatilla?
Aquellas palabras hicieron que le contestara con otra pregunta.
-¡¿Aún te da con la zapatilla?!
-Cuando me porto mal, sí.
-Con el pantalón puesto, claro.
-No, a calzón quitado.
Allí había tomate y Pablo no lo sabía.
-¡Joooder! Dime una cosa. ¿Acabas empalmado?
-Siempre, es que...
-¿Qué?
-Que para castigarme aún más me mete un dedo en el culo, y a mí me gusta, sabes.
-Lo sé yo, lo sabes tú y lo sabe ella. ¿Te mira para la polla después de calentarte el culo con la zapatilla?
-Mira.
-¿Alguna vez se mordió el labio mirando para ella?
-Sí, varias veces. ¿Crees que le gusta?
-¿Qué sí le gusta? ¡Está deseando comerla!
-Me estás empalmando, Quique.
-No eres tú solo el que se está empalmando. ¿Y tu madre que hace ...