1. Humillación extrema de un ser patético


    Fecha: 03/07/2022, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... los huevos!”. “¡En la cara! ¡Que suene!” “¡Tírale de la oreja!”… siempre sin dejar de partirse de risa, a punto de mearse diríase.
    
    Fue muy, pero que muy humillante. Como tantos otros, estaba rendidamente enamorado de Elizabet. Alta, rubia de pelo largo y liso, delgada, tipo modelo de pasarela (de las buenas, no las anoréxicas)… soportar aquello delante de ella y encima riéndose y burlándose de mí, me hundió moralmente durante mucho tiempo.
    
    Como comentaba antes, allí mis circunstancias familiares no eran estancas. Vivía en el mismo barrio que mis compañeros –de hecho, Elizabet era vecina de la misma urbanización en que vivíamos- y todo se sabía. Un día llegó Carlos con un par de amigos, machos beta de su pandilla, siempre un paso por detrás del alfa, él. Estaba junto otros chicos en los bancos frente a los billares.
    
    -¡Tío, hemos visto a tu madre!
    
    Al parecer hasta ese momento aún no la había conocido, y alguien le había indicado quién era al cruzarse con ella en el Spar.
    
    -Vaya tetas tiene…
    
    Imaginaos la situación. Humilladísimo, pero sin valor para replicar nada.
    
    -¿Dónde?- fue lo único que atiné a responder para salir del paso intentando no entrar en lo que me decía.
    
    -En el Spar. Joder macho… ¡vaya melones!- siguió él a lo suyo.
    
    Mi madre era una mujer guapa. A su edad entonces –sesenta y un años, marcado lo he tenido siempre-, aparentaba bastante menos y seguía siendo atractiva. Estaba algo entrada en kilos tras sus anteriores partos (hijos de ...
    ... su marido, que no era mi padre, todos ellos bastante mayores que yo y que nunca convivieron con nosotros, teniendo su vida ya hecha cuando yo nací), pero no gorda, era como digo muy guapa, rubia platino muy llamativa, y sus tetones, que ella gustaba lucir con escotes pronunciados y transparencias en alguna que otra ocasión, atraían la atención de los varones como el celo de una perra a los machos de su especie. Y además es que ella no se cortaba, y resultaba evidente que disfrutaba enseñándoselos a todos nuestros conocidos, incluidos mis amigos.
    
    -Está muy buena.
    
    Comenzó entonces un interrogatorio bochornoso delante de los otros chicos, preguntándome cosas como qué talla de sujetador usaba, cómo tenía las tetas, si le ponía los cuernos a mi padre… Yo, al igual que al principio, intentaba salir como podía. No atreviéndome a no responder o hacerlo diciendo algo que le contrariada, al tiempo que muy humillado y llorando interiormente hundido de nuevo. Hacia el final me preguntó si pagándole estaría dispuesta a acostarse con él. En línea con lo anteriormente expuesto, yo no me atrevía responderse que no por miedo a contrariarlo. Simplemente intentaba salir con “no ses” y cosas por el estilo, lo cual le dio a él ánimos y alas para insistir en el asunto.
    
    -Que sí tío, que a tu madre le gusta follar. Se le ve en la cara. Díselo, que traga.
    
    ¿Cómo escapas de eso? ¿Qué contestas?
    
    -Yo le pido a mi padre diez talegos… lo que pida.
    
    Tampoco es que se mostrara demasiado ...
«1234...8»