1. Dulce obsesión


    Fecha: 12/07/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... sus caricias a mis huevos hinchados, con alguna escupidita y con sus besos inquietos por mis piernas o mi panza.
    
    Cuando más de la mitad de mi carne entró en su boca me agarró las manos para que le toque las tetas, que las tenía afuera de su camisita. Luego, de un salto me las puso en la cara y sin dejar de tocarme el pito ordenó:
    
    ¡chupalas nene, dale, así aprendés y se lo hacés a tu novia!
    
    Sus pezones eran mucho más apetitosos que los de Vale, a pesar que eran más pequeños. Me la mamó otro rato, y cuando me soltó pensé que todo llegaría a su fin.
    
    Pero entonces arrimó una silla a mi lado y me tomó la mano.
    
    ¡colame los deditos guacho, como se lo hacías a ella!, pidió con urgencia, y ubicó mi mano entre sus piernas, donde solo permanecía una tanguita sobre su conchita depilada, suave y mojada. Apenas ingresó mi pulgar con algo de esfuerzo gimió y me pidió que no sea tan bruto. Enseguida le metí el índice que descendió por su vagina mientras el pulgar se encargaba de frotar su clítoris.
    
    En un impulso decidió ponerse de pie y dijo sin más: ¡agachate y mordeme la cola, como en tu sueño… te acordás?
    
    Lo hice precipitado por el honor que inflaba las venas que rodeaban a mi pene durísimo, le amasé las nalgas suaves y crespitas por la adrenalina, deslicé mi lengua por su rayita húmeda burlando la costura de su tanga, embriagué mi sangre con su olor a hembra y le di unos azotes. Se la pellizqué, y cuando la oí gemir le clavé los dientes unas cuantas veces. Era ...
    ... exquisito degustar su piel tersa, oyendo la abundancia de flujos que inundaban su hueco al enterrarse incansable uno y otro dedo. Me los hacía probar, y creo que cuando supuse que podía tomar la decisión de cogerla ahí nomás, ella me agarró de un brazo y me sentó en el escritorio.
    
    Se dio unos cuantos pijazos en la cara, la escupió y fregó sus tetas en ella. Lamió mis huevos, me olió como queriendo guardar cada partícula de mi intimidad en lo más recóndito de su ser.
    
    ¡no acabes todavía chanchito, apretame las lolas, pégame, decime puta, decime que soy tu perrita, quiero que te pajees pensando en mí, hacele el amor a la sucia esa y decile mi nombre, yo te voy a sacar las ganitas de andar con el pito parado!, decía Sole mientras me conducía nuevamente a la silla.
    
    Ni bien me senté ella lo hizo sobre mis piernas, dándome sus tetas para que se las babee todas, para que me derrote el perfume de su cuello y para que mi pija entre inexorable en su vagina. Ella se movía ajusticiando cada sacudida con la estampida de nuestros cuerpos en una guerra que solo esperaba que mi semen se desintegre en sus entrañas.
    
    ¡como verás no te pusiste forro, así que antes de acabar decime y la sacás rápido, y te la chupo, pero cógeme nenito, dale que no me hacés ni cosquillas, cógeme fuerte, y hacete hombre, cogete a tu seño, y chúpame las tetas!, me pedía entre jadeos y sísmicas respiraciones que me convidaban de su aliento.
    
    Cuando nuestras lenguas se entrelazaron dentro de su boca sentí que mi ...