1. Dulce obsesión


    Fecha: 12/07/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... que estás pensando en las gomas de Vale!
    
    Cuando le aseguré que estaba equivocada, porque todo en lo que podía pensar era en cómo le mordía la cola a ella por encima de una bombachita de seda en un sueño que tuve la noche anterior, me multó a acompañarla a comprar dulce de leche. Justo cuando estaba desplegando el bastón en el cuarto donde dejamos camperas, mochilas y demás, apareció sole. Me lo quitó de la mano y me re manoseó el bulto.
    
    ¡así que me mordías la colita chancho?, qué más le hacías a tu maestra, y ella te tocaba el pito así?!, y me decía palpando mi carne endureciendo bajo mi ropa, con sus tetas sobre mi pecho y su fragancia palpitando en mi piel.
    
    ¡no te hagas el tontito conmigo nene, porque mis besos son adictivos, así que sacate las ganitas con esa Valeria, y no quiero verte con la pija dura otra vez, ni que me toques el culo!, dijo ahora mientras yo buscaba su boca para besarla y ella me esquivaba, pero seguía masajeando mi pene.
    
    De repente se hizo humo, y tuve que pajearme hasta llenarme el calzoncillo de leche en ese reducto solitario. Volví a la cocina con mis compañeros y me sentí raro aunque triunfante. Además Valeria vendría a buscarme para ir a su casa, y Soledad quizás podría ver nuestro saludo cargado de pasión.
    
    Vale era rubia de pelo largo, pechugona y con una vocecita de nena pese a su edad. Besaba con ruido, no era tan cuidadosa con la ropa y le daba igual masturbarnos en cualquier sitio. Apenas me abrazaba su mano se aferraba a mi ...
    ... pedazo y teníamos que correr a donde sea para que ella me pajee y yo le chuponee las tetas hasta calentarla lo suficiente como para colarle los dedos. Cada uno eyaculaba en las manos del otro, y cuando bajaban las tensiones recobrábamos la calma, pero volvíamos a excitarnos a los besos por todos lados.
    
    A la semana Soledad me retuvo en la entrada de la cocina y me dijo al oído: ¡escuchame picarón, ayer vi cómo se mataban a besos con tu chica… está todo bien, pero procurá que Alfredo o Mariela no los vea, porque ella no puede estar con las lolas al aire como si nada, ni vos con la pija afuera!
    
    Alfredo y Mariela son los dueños del lugar. Soledad me había visto el pito, y eso era todo lo que resonaba en mi autoestima a la hora de amasar galletitas.
    
    Al rato Soledad me puso a trabajar con una mezcla de manteca y qué sé yo qué más, y me dijo entrecerrando los labios: ¡no me gusta esa mujer para vos… no sé, huele mal, no se peina, y aparte tiene cara de guacha… no sé mucho de ella, pero tené cuidado!
    
    Le dije que no se preocupe, y me animé a agregar que me da la sensación de que su marido le es infiel. Lo conocí en una peña que organizó el centro. Soledad era casada, y tal vez eso me atraía más. Ella prefirió no hablarme por el resto del día. Pero a la tarde siguiente me pidió que la siga a la dirección.
    
    Vale y yo habíamos ido muy lejos, y ella nos vio. Yo estaba en el patio, echado en una colchoneta, y Vale a mi lado arrodillada con las piernas abiertas. Era el momento ...