1. Adoro a mi bella madre


    Fecha: 27/07/2019, Categorías: Incesto Autor: deincógnito, Fuente: CuentoRelatos

    ... hogar, y ese evento de la mudanza despertó entre nosotros algo desconocido; un afecto increíble que nos hizo demasiado bien a los dos. Bromeaba permanentemente con ella, le daba abrazos fuertes para levantarle la moral y le preparaba un trago en la tarde cuando regresaba de su oficina. Aparte de eso tuvimos que seleccionar muchas cosas que no usaríamos para regalarlas, debido a lo reducido del espacio. Desechamos algunos muebles, utensilios y otras cosas las llevó papá a su nueva casa. Mi madre entonces se dio cuenta que su guardarropas debería sufrir un recorte muy grande y sentados en su cama, comenzamos a escoger entre los dos, que cosas no usaría más. Al observar varios de sus trajes, descubrí que muchos de ellos jamás se los había puesto, por lo que ella decidió colocárselos para que yo pudiera opinar si los guardaba o no. Los modelaba con cierta coquetería al tiempo que se colocaba unas zapatillas abiertas de tacón bastante elevado lo cual resaltaba mucho más lo gracioso y voluptuoso de su figura. Yo la observaba atento, pero de un momento para otro, la sensación de admiración y respeto hacia esa mujer, fue diluyéndose y transformándose en una extraña mezcla de curiosidad por descubrir más de esa piel que por momentos ella me permitía apreciar, al tirar un vestido y ponerse otro, quedando en sostén y pantaletas que por cierto eran diminutas. De todas maneras y dado que muchos de los trajes le quedaban bastante ajustados le pedí que los guardara puesto que en realidad se le veían bien, aunque en realidad se notaba extremadamente vulgar por el tamaño de sus grandes nalgas. Convivir en esas circunstancias dio origen a lo que se convirtió no en una estrecha relación filial, sino en una indefinida y tácita relación de macho y hembra, y ese es el motivo que me lleva a relatarles esto. Esa mañana de enero de la que hablaba, nuestras vidas cambiaron para siempre.
    
    Resulta que Sofía, que es el nombre de mi madre y como la llamo desde entonces había olvidado su toalla de baño y me pidió que por favor la alcanzara una. Entré desprevenido a su cuarto y como la ducha era de acrílicos transparentes sin querer la observé como Dios la trajo al mundo. Desde muy niño la había visto en paños menores pero nunca reparé en ella como hasta el día que se probó sus vestidos y más en ese momento. Ella sin darle importancia a mi presencia, tomó la toalla y comenzó a secarse. Salí del cuarto con la impronta de su total desnudez martirizándome; quemándome las entrañas y para qué negarlo, con una inquietud que terminó en una maldita erección como pocas veces tuve en la vida. Haberla visto así, en la plenitud de su piel blanca y sus cabellos húmedos surcándole los hombros, su pubis ligeramente rasurado, enmarcando ese triángulo en medio de sus muslos, era algo para lo que no estaba preparado. Decidí entonces regresar a contemplar ese precioso espectáculo, y cuidando de que no se percatara, pude verla de espaldas a través del espejo de su tocador. Era preciosa. Me ...
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