El estigma
Fecha: 07/06/2019,
Categorías:
Gays
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... Víctor se erguía, también, más y más, exigiendo ser debidamente satisfecho y la lujuria, la pasión, la necesidad de humillarla; los más simples, básicos instintos subhumanos, se fueron apoderando de todo él, anulándole hasta la más elemental sensibilidad humana. Así, la agarró por el pelo, su luenga melena, haciendo que de la garganta de ella brotara un desgarrador alarido de dolor… Ella estaba, absolutamente, a merced de él, sin posibilidad alguna de impedirle nada…Nada, nada, que Víctor deseara hacer con ella, de ella… Y sí, decidido, manteniéndola totalmente inmovilizada, boca abajo, le abrió las piernas bien abiertas; se mojó un dedo y, sin contemplaciones, se lo metió por el culo. Ella dio un alarido, y trataba de zafarse pero, inútilmente. Luego, tras escupirle certeramente en pleno agujero anal, con toda decisión, llevó allí su virilidad, en claro intento de violarla sodomizándola. Hasta que ella gritó
"Víctor, que soy tu hermana".
»Eso, oír eso, "Víctor, que soy tu hermana", le dejó bloqueado y su mente volvió a ser humana, racional, entendiendo entonces, y sólo entonces, la enorme magnitud de lo que se proponía hacer… Se sintió mal; muy, muy, mal. Por unos minutos, segundos puede, se sintió pleno de angustia, de asco hacia sí mismo y, sin osar mirarla a la cara, le pidió perdón, con voz queda y ronca; tremendamente ronca. De inmediato, Víctor abandonó el salón, refugiándose en su cuarto. Por la mañana, había desaparecido… Pero tras de sí dejaba una ...
... declaración manuscrita, asumiendo toda la responsabilidad de sus actos para con su hermana: Violarla, sodomizándola, amén de toda la presión, la violencia, que contra ella ejerciera…
Y allí estaba él, esperándola, seis años más tarde
El Encuentro
Víctor apura los restos del frío café y mira su reloj. Ya hace dos horas desde que llamó a Elena. Pide una aspirina para sus migrañas. A su lado, un comandante con alianza en su dedo anular, atrapa hacia si a una azafata dándola un beso en la boca. Ambos sonríen felices. Los amores furtivos, la sal de la tierra piensa Víctor, mientras toma la pastilla con un poco de agua. Se levanta del taburete de la barra del bar. Mete las manos dentro de los bolsillos de su vaquero por debajo de los faldones de la chaqueta y mira sus negros zapatos. Empezaba a pensar que Elena no vendría. Se dirige al amplio ventanal observando desde allí el tráfico, a través del aeropuerto, sus pistas de despegue y aterrizaje.
Elena cuando llego y lo vio, su cara se endureció. No pudo evitarlo. Una profunda rabia y amargura, casi olvidada, casi perdida entre los pliegues del cerebro, brotó ante su mera presencia. Se sentó en un butacón de la sala y se puso a observarlo mientras se preguntaba: ¿quién era?, si su hermano o el loco que la violó.
Poco a poco, a medida que le observaba, sus fracciones se fueron relajando. Los gestos, los tics que veía le recordaban agradables momentos y actuaban como balsámicos para sus dolidos sentimientos. Una imperceptible ...