Rosa, viuda fantástica
Fecha: 16/12/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... de su madre.
Pensé decir algunas palabras, para olvidar lo embarazoso del momento, pero Rosa ni siquiera eso me dejó hacer, pues me jaló de nuevo hacia ella y en fracciones de segundos, ya mi garrote se encontraba trepanando su húmeda y caliente intimidad. El siguiente orgasmo vino pocos minutos después y luego el tercero. ¡Vaya que esa mujer sí sabía aprovechar al máximo las oportunidades! Tres orgasmos al hilo es algo que pocos hombres son capaces de alcanzar a menos que esté lo suficientemente estimulado por su pareja.
Visiblemente extenuada, la señora se quedó quieta unos instantes, acostada de lado y yo detrás de ella, rodeándola con mi brazo derecha, como una vieja costumbre que siempre he tenido cuando hago el sexo.
Ella comenzó a trillar con la misma historia y yo le seguí la conversación por no ser descortés, pero la vedad ya me estaba hastiando:
Sabes que desde hace tres años que no he tenido sexo con nadie. Sí, ya me lo dijo -contesté un poco seco. No me trates de usted. Considero que después de hacer lo que hemos hecho, es válido tratarnos de vos, ¿no crees? Como quieras -asentí, la verdad por no contrariar a aquella hembra. Sabes que hay algo que mi marido siempre me hacía y que nunca me gustó, pero que ahora añoro y me muero de ganas por probar. <> -pensé ¿Sabes qué es? No -dije con poco interés. Que me lo metan por detrás, por el culo.
Inmediatamente la conversación tomó un giro muy distinto y automáticamente mi verga se irguió de nuevo con ...
... muchos más bríos que anteriormente.
No me digas -dije con mucho interés. Sí, bueno... no es que me guste mucho que digamos, pero quisiera sentir de nuevo eso... no me entenderías, pero cuando él me lo hacía, sentía una mezcla de dolor y placer que me excitaba sobremanera... No dices que no te gustaba... No era eso, si no que tenía miedo de enfermarme por ello... Pero... Pero nunca me enfermé, ya pasaron tres años y no he tenido problemas de ningún tipo... y quisiera hacerlo de nuevo... ¿quieres hacérmelo? La pregunta sobra, Rosa .
Diciendo esto yo, intenté subirme en ella, pero Rosa se me adelantó y se sentó a horcajadas sobre mí, pasando su mano derecha por debajo de sus nalgas, tomando mi verga totalmente tiesa y colocándola justo en la entrada de su agujerito posterior tenso por el mucho tiempo de inactividad. Empezó a bajar las caderas, comprimiendo la cabeza de mi miembro contra la poderosa fuerza de su esfínter, pero poco a poco, debido a la lubricación de los restos los jugos vaginales que aún quedaban en la superficie de mi pene, éste empezó a escurrirse hacia el interior de su intestino. Ella crispó sus uñas en mis hombros, y ahogó un grito doloroso, por no despertar nuevamente a sus hijos. Dejó que mi verga se sumergiera del todo dentro de su recto y se detuvo unos instantes, como dejando que el conducto se acostumbrara al intruso que acababa de irrumpir en él. Pasaron unos momentos en que el rictus de dolor no se borraba de su hermoso rostro, mas poco a poco sus ...