Rosa, viuda fantástica
Fecha: 16/12/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... que había tenido, pero excitantemente provocativa, sugestiva, invitadora. Mis labios se fusionaron con los labios de su vulva y mi lengua se introdujo suavemente a explorar su vagina, fácilmente, muy fácilmente dentro de su canal vaginal, dada la amplitud de éste. Sinceramente, era la primera vagina que mi lengua exploraba tan profundamente, llegando casi hasta la misma fuente de sus secreciones. Era exquisito sentir como aquel miembro musculoso y carnoso, lubricado por el líquido espeso y resbaladizo ondeaba restregándose contra mi boca, en tanto su boquita lanzaba gemidos apasionantes guardados para la ocasión.
Ella comenzó a girar en un plano horizontal, de tal forma que su cabeza poco a poco se fue acercando a mi entrepierna sin separar su sexo de mi boca y quedamos en una posición de sesenta y nueve, tan bien ejecutado que incluso a mí me sorprendió.
Pasamos varios minutos en esta pose porque ni ella ni yo queríamos abandonar la faena en la que estábamos dando y recibiendo un inmenso placer. Rosa entonces me superaba en edad. Yo apenas tenía 22 años y ella 35, pero en aquel momento, la edad era lo que menos importaba pues ella y yo nos estábamos acoplando sexualmente en una forma perfecta... espectacular. Ni ella ni yo soportábamos más la premura de la penetración diferida hasta entonces, y colocándose ella de espaldas sobre las sábanas blancas, abrió de nuevo sus piernas blancas y hermosas, mostrándome su conchita turgente y jugosa en una clara y tácita ...
... invitación al sexo. Yo me acerqué y puse la cabeza de mi pene en el introito vaginal y comencé a dejárselo ir, primero despacio, con suavidad, para luego acelerar la marcha con movimientos rápidos, fuertes y profundos. Como ella era una mujer poco más pequeña que el promedio de las mujeres que me he cogido, podía sentir cuando el extremo de mi miembro tocaba hasta el fondo de su vagina, justamente hasta el cuello uterino. No sé si era porque en verdad lo estaba gozando espectacularmente o por tanto tiempo que había transcurrido ya desde su última cogida, pero Rosa se estremecía como nunca había visto a otra mujer; sus brazos y piernas estaban aferrados vigorosamente a mi espalda y caderas y su ingle golpeaba con fuerza contra la mía, intentando con ello llevar mi verga hasta lo más recóndito de su caverna vaginal. El furor que había hecho presa de ella era tanto que sus violentos movimientos la llevaron rápidamente a su primer orgasmo de aquella noche, sus gemidos y suspiros potentes y alocados así me lo indicaron. De repente, unos toquecitos en la puerta nos distrajeron momentáneamente:
Mamí, ¿qué te pasa? -se escuchó la voz sollozante de Fabio en el quicio de la puerta.
Rosa se incorporó súbitamente y trató de calmar al chico desde la cama:
Nada hijo. Es que... me duele la cabeza. Abrime la puerta y te daré una pastilla, mami. Gracias hijo, ya me tomé una. Andate a dormir.
No se oyó respuesta, pero los pasitos alejándose nos indicaron que el niño había obedecido la orden ...