Encuentro en Almería
Fecha: 13/07/2018,
Categorías:
Bisexuales
Autor: Diego Alatriste, Fuente: CuentoRelatos
... Pellizcaba tu clítoris con los labios y bebía de tu néctar. Con dos dedos, abrías tu cueva para facilitar la entrada de mi lengua. Te chupaba los dedos. No quería perderme ni una sola gota de tu ser. Cogiendo nuevamente mi cabeza, hiciste que me pusiera de pie. Bajaste besado cada centímetro de mi pecho hasta toparte con mi miembro a punto de explotar. Lo pusiste frente a tu boca y mientras lo movías besabas la punta y pasabas la lengua por el capullo grande y rojo. No podía más. Noté la calidez de tu boca y la humedad de tus labios cuando recorrías su longitud lamiéndome una y otra vez. Después, metiste el capullo completo en tu boca y lo disfrutaste como si fuera una golosina. Abrí los ojos y en ese momento desviaste tu mirada a mi cara. Cielos, no puedo más. Movías la cabeza atrás y adelante. Casi no cabía en tu boca. La sacaste mojada y con ella te golpeaste los senos. La pasabas de un pezón a otro rozándolos y después amasaste el rojo fuerte y el rosado de tus pezones para volver a ponerla en tu boca.
- Hice que te levantaras, puse tus rodillas en el sofá tumbándote hacia delante. Volví a pasar mi lengua por tu abertura húmeda hasta que te oí gemir. Estabas preparado para recibir en tus entrañas la visita de un huésped impaciente. Antes de penetrarte, dibujé tu raja con mi fresa para lubricarla y te golpeé con ella un par de veces. Mi capullo se escondió con una leve presión. Dejaste escapar un quejido y poco a poco, deteniéndome cuando notaba que te dolía, la fui ...
... metiendo hasta lo más profundo de ti.
Comencé un bombeo lento, hasta que supe que sólo sentías placer en cada golpe. Entraba y salía una y otra vez rozando cada vena con los poros de tus entrañas. Cada vez más fuerte. De vez en cuando me paraba para ver como continuabas tú con la tarea introduciéndote una y otra vez sin dejar que se te escapara. Tus pechos iban y venían al ritmo de los golpes. Mis bolas, bien dilatadas, se estrellaban contra tu clítoris palpando tu humedad y haciendo un ruido que me excitaba lo indecible.
- Más fuerte, no te pares, no te pares ahoraaa… Hasta el fondoooo, ahhhhhh. Noté como te corrias ahogando tu grito. En ese mismo momento mi placer explotó en cálidos borbotones que te inundaban. Caímos desplomados en el sofá. Te abracé y besé tu espalda.
- Eres un cielo.
La luz de la habitación permaneció encendida hasta bastante entrada la madrugada. Charlamos en la cama de lo que nos había sucedido desde que nos separamos, de aquello hacía ya siete años. Entre risas y besos, nos quedamos profundamente dormidos. A la mañana siguiente, madrugué menos de lo que solía pero lo suficiente para levantarme mientras dormías. Una luz tenue entraba por la ventana e iluminaba tu cuerpo tendido, delicado, sólo protegido por un fino camisón. Me duché sin hacer ruido y comencé a preparar el desayuno. Tostadas, algo de bollería, mermelada, café y leche. Abrí despacio la puerta de la habitación y todavía estabas durmiendo. Tus piernas se adivinaban bajo la fina ...