Encuentro en Almería
Fecha: 13/07/2018,
Categorías:
Bisexuales
Autor: Diego Alatriste, Fuente: CuentoRelatos
Apenas faltaban unos minutos para llegar a la estación de ferrocarril, aunque, podrían convertirse en horas ya que el atasco era monumental. La avenida era un río de luces rojas y toques de claxon. Miraba el reloj con nerviosismo y tamborileaba con los dedos sobre el volante. Comprobé por el espejo que Andrés y Bea, en el asiento de atrás, estaban aún más nerviosos que yo, aunque permanecían inmóviles, como las estatuas de enamorados que hay en los parques. Ella se apoyaba entre el asiento y el hombro de su recién estrenado esposo.
Habían pasado una semana en mi casa, cerca de Almería, a la vuelta de su luna de miel. Ahora me disponía a llevarlos a la estación para que cogieran el tren que les llevaría de vuelta a casa. Habíamos pasado juntos unos días realmente buenos. Se les veía felices y eso me alegraba.
Poco a poco la congestión del tráfico se fue diluyendo y llegamos a la estación con el tiempo justo para despedirnos antes de que el tren comenzara a moverse lentamente hasta perderse convertido en una luz roja que se debilitaba en la oscuridad de la noche. Aún con el brazo en alto, en gesto de despedida, volví a entrar en la estación que a esas horas, las diez y diez de la noche marcaba la gran esfera del reloj, estaba bastante tranquila. Aliviado por haber llegado a tiempo, me encaminé por el pasillo que conducía a la salida. Justo entonces, junto a la puerta de cristales automática, me pareció ver tu silueta vuelta de espaldas, llevabas un vestido de lino ...
... bordado que te cubría hasta la rodilla, unos zapatos ligeros y una pequeña maleta con ruedas cogida de la mano. ¡No puede ser! Paré en seco mi marcha e intenté volverme atrás. Ana… No puede ser ella, debo estar soñando. Acaso alguien que se le parece. Demasiado fuerte para ser verdad. Di unos pasos adelante intentando descubrir algo que no me resultara familiar, algo que me desvelara otra identidad. Entonces, al levantar el brazo para llamar la atención de un taxi que pasaba, pude ver tu maravilloso perfil. No había duda, la misma que viste y calza. Estabas a unos pasos de mí, sin que todavía te hubieras dado cuenta de mi presencia. La cabeza me iba a estallar. Temía que aquel taxi se parara y perderte de vista tan rápido como te había encontrado. Temía volver a verte, después de tantos años, temía tu reacción, temía que los nervios me jugaran una mala pasada, temía volver a enamorarme de ti. Sin embargo mis pies no se detenían, caminaban lentamente a tu encuentro. Hoy creo que hubieran echado a correr si aquel taxi se hubiera parado.
- ¿La puedo llevar a algún sitio?
Algo debió estallar en tu interior a juzgar por tu cara de sorpresa. Ni una sola palabra, ni un gesto. Sin siquiera parpadear, aquellos ojos claros se clavaron en los míos durante un momento que me pareció eterno. Después, tu mirada se perdió hacia otro lugar.
- No, bueno, si.
- Pareces sorprenderte al verme. No me esperabas aquí ¿Verdad?
- Todo lo contrario, el caso es que estaba precisamente pensando ...