1. Encuentro en Almería


    Fecha: 13/07/2018, Categorías: Bisexuales Autor: Diego Alatriste, Fuente: CuentoRelatos

    ... había un solo vecino en la calle cuando llegamos. La casa tenía un pequeño jardín delante con rosales y setos. Una escalera daba acceso al porche cubierto donde estaba la entrada. Me tranquilizó pensar que Bea había limpiado y ordenado la casa antes de irse. Encendí la luz del salón y dejé la maleta en el suelo. Pasé al fondo del pasillo para abrir la puerta del patio a la vez que, señalando con el dedo, iba indicando las puertas enfiladas: la habitación grande, la cocina y el aseo... Una brisa fresca corrió enseguida levantando las cortinas como si fueran las velas de un barco.
    
    - Ponte cómoda, voy a buscar algo para picar. ¿Sabes que me aficionaste al vermut? Enseguida volví de la cocina con unas copas. Estabas de pié, junto a la lampara del salón, en ese instante fui consciente de que estabas allí, a mi lado, que no era otro sueño, que esta vez era real. Una leve sonrisa se dibujó en tu cara.
    
    - ¿Porqué me miras así?
    
    - No se, todo ha pasado tan rápido que no me parecía real, temía no encontrarte aquí cuando volviera de la cocina, que te hubieras esfumado como tantas veces en mis sueños.
    
    - Tócame y verás como soy real. La sonrisa seguía alegrando tu cara ahora con cierta picardía. Dejé la copa en la mesa y me acerqué despacio, quería alargar aquel momento, hacerlo eterno. Aparté tu pelo dejando el cuello desnudo y acerqué mis labios para que pudieran besarte y recorrer tu cuello como tanto tiempo habían deseado. Noté como te estremecías cuando, cogiendo tus ...
    ... caderas, te pegué contra mí. Busqué tu boca y dejé que mi lengua jugara con la tuya mientras la respiración lo permitía. Tu vientre se movía en leves contracciones. Separé mi pecho del tuyo lo justo para poder quitarte los tirantes del vestido mientras movía las caderas. Dejaste caer el vestido. Un sujetador de encaje blanco y unas braguitas finas eran lo único que adornaba tu cuerpo. Pusiste tus brazos sobre mis hombros y movías tus caderas en una danza sensual. A propósito rozabas el bulto de mi pantalón y pasabas una rodilla entre mis piernas hasta hacerme gemir de placer pasé mis manos por tu espalda para desabrochar el sujetador y, siguiendo su camino, se metieron entre la lencería de tus braguitas, acompasando los movimiento de tus caderas, que cada vez eran más rápidos. Bajé mis pantalones y comencé a comerte los senos. Jugaba con tus pezones, los presionaba con los labios para que se escaparan los volvía a chupar pasaba la lengua y les daba golpecitos. Estaban duros. Recorría desde lo mas bajo de tu seno hacia arriba, buscando la fresa del pezón y la aureola para marcarla con la lengua húmeda y comerla con pequeños mordiscos. Mientras, mis manos se abrían paso entre tus piernas. Las yemas de mis dedos subían desde la rodilla hasta notar la humedad de tu sexo. Gemías de placer. Entonces, poniendo un pie sobre el sofá me cogiste de la cabeza acercando mi boca a tu intimidad. Lamí una y otra vez tu jugosa raja, besaba tus ingles y me volvía a zambullir en el aquel deseo. ...
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