1. La tostada


    Fecha: 10/03/2023, Categorías: Gays Autor: elalcalde, Fuente: CuentoRelatos

    Estoy en un hotel de Portugal. No es un hotel normal, como tal: es un hotel para parejas homosexuales que se ha especializado en un tratamiento muy liberal y comprensivo.
    
    Es la primera vez que estamos en él (mi “marido” y yo). Lo hemos conocido a través de una pareja amiga que pasó aquí una especie de luna de miel y nos los recomendaron: playa, tranquilidad y actividades de buceo.
    
    El hotel es pequeño. No creo que pase de quince habitaciones, cinco por piso en un edificio aislado cerca de la playa de cinco alturas. Las habitaciones se ubican en las plantas 1, 2 y 3. La planta baja tiene la recepción, un comedor, un bar y una sala de lectura y televisión.
    
    Yo soy un hombre de 48 años. Mi marido tiene 52. Llevamos cinco años juntos. Y mi marido ha sido mi primer hombre, porque he despertado un poco tarde al mundo homosexual.
    
    Siempre he tenido una piel con poco vello, pero desde que empecé con mi marido, las cremas, la depilación láser y los estrógenos que tomo, mi piel se ha vuelto aún más suave y apenas me queda algún pelo por el cuerpo, excepto en mi triángulo sexual.
    
    Llegamos ayer por la tarde. Cenamos y nos acostamos, muy cansados del viaje en coche.
    
    Hoy, mi marido se ha levantado muy pronto porque tenía una actividad de buceo a la que yo no he querido apuntarme.
    
    Me levanto tarde. Me ducho y me miro en el espejo para pensar qué voy a hacer y qué me voy a poner.
    
    Hace una buena temperatura y el día parece despejado, así que me decido por ir a la playa a ...
    ... dar un paseo y a tomar el sol.
    
    Me pongo una braga de bikini verde claro que se abrocha a los costados con dos lazos. No llega a ser un tanga, pero la parte posterior es lo suficientemente estrecha como para poder guardarla en el culo y tomar el sol sin marcas. No tengo mucha dotación y las pastillas me han dormido aún más mi pene, así que no tengo problemas en taparlo.
    
    Encima me pongo una especie de camisa larga (si se puede entender como larga que me llegue un poco por debajo de las braguitas, como un par de dedos) con aperturas laterales que llegan hasta la cintura y que se puede interpretar como un vestido.
    
    El comedor aún está abierto para el desayuno. No voy a tener que darme prisa: aún quedan treinta minutos para que cierren y no tengo mucha hambre.
    
    El comedor está preparado para el desayuno con un buffet puesto en los laterales. A la derecha, frutas, lácteos, cereales, zumos… A la izquierda, fiambres, embutidos, quesos, unos huevos, unas tiras de bacon y algo parecido a una tortilla de patatas. En un rincón separado, como una especie de habitación separada, veo la cafetera, una tostadora y una mesa con pan.
    
    Hay varias mesas sin limpiar, con los restos de desayunos anteriores. Pero veo dos mesas limpias, aunque en una de ellas hay un vaso de zumo de naranja. Dejo mi llave en la otra y voy a coger algo de fruta.
    
    Cuando vuelvo, la mesa de al lado está ocupada por un hombre mayor que me mira mientras me siento.
    
    Buenos días.
    
    Buenos días.
    
    Me como la ...
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