Soy moreno, delgado, maduro y pasivo. Perdí mi inocencia con un hombre de piel canela, con experiencia y dominante. Convirtiéndose en mi mejor amigo y amante durante varios meses. Lamentablemente, tuvo que viajar fuera del país por motivos laborales.
Él me inició, convirtiéndome en su hembra y en la hembra de dos amigos de su confianza, que también marcharon al extranjero, dejándome escritos en la piel sólo sus placeres y recuerdos...
Hoy, voy a relatar los hechos cuando me despedí definitivamente de mi inocencia.
Vivo en un barrio popular, como tantos en la Región Metropolitana. A la casa de un vecino de la misma calle, llegó un nuevo arrendatario a vivir solo. Los dueños de la propiedad, dejaron al cuidado de su arrendatario sus bienes materiales según un contrato.
Comenzaron a pasar los primeros días y semanas. Al final de la calle, se encuentra un negocio donde se venden todo tipo de alimentos para el consumo del vecindario. Por las tardes, por casualidad cotidiana, al anochecer nos topamos comprando diferentes víveres en ese negocio con el nuevo arrendatario. Nos comenzamos a saludar, a mirarnos y a conversar. Por instintos inexplicables, lo acompañaba caminando hasta su nueva casa. A veces él hacía lo mismo. Nos hicimos rápidamente amigos. Claudio es un hombre joven pero maduro. De mediana estatura, fuerte y manos duras por el trabajo en la construcción de carpintería. Alegre y buen conversador. En varias ocasiones me invitó a compartir una taza de café ...
... con algunas tostadas. Le comenté que era solterón igual que él. Y que en mi caso, vivo con familiares desde hace varios años en ese lugar. Pero, en una de esas invitaciones a tomar café. Noté que no tenía ganas que me fuera pronto.
Me insistió con otra taza de café calentito. Aceptando su invitación elocuente, cuando se levantó de la silla y se puso de pie frente a mí, me di cuenta (creo que lo hizo a propósito) que las entre piernas del pantalón estaban demasiado abultadas. Sentí un profundo escalofrío que recorrió mi cuerpo. Con una mirada de segundos interminables, mis ojos se extendieron como dos manos ansiosas para acariciarlo con dulzura. Él sintió mis caricias visuales y respondió con una nueva erección notable.
Después de tomar nota, del hecho observado por mí, giró en busca de la tetera para llenar las tazas. Seguro de sí mismo, volvió y vació el agua. Para salir algo nervioso de lo ocurrido, espontáneamente cometí la imprudencia, y le comente que me había dado cuenta que era visitado por dos personas los fines de semanas. Son un par de amigos de confianza del trabajo. Nos juntamos los sábados a beber algunos tragos y ver vídeos eróticos o películas ejemplares, mientras nos divertimos con asuntos laborales. Uno de ellos es haitiano con sólo algunos meses en Chile. A ellos les he hablado de nuestra amistad, además, ya te conocen como eres. ¿Cómo es eso? La semana pasada, nos vinimos directamente del trabajo y durante esos tres días, te vieron pasar varias veces ...