Entre la viudez y el deseo (2)
Fecha: 10/12/2022,
Categorías:
Confesiones
Autor: hotmom, Fuente: CuentoRelatos
... teníamos hambre, había que ir a cenar. Me dijo que si nos bañábamos juntos, le dije que sí, aunque él se adelantó primero. Yo no lo había visto completamente desnudo, pero cuando lo vi debajo de la regadera me gustó su cuerpo, atlético, sin panza y con el abdomen marcado. Me había dicho que practicaba natación pero no imaginé que estuviera bien formado. Nos abrazamos y besamos desnudos, con el chorro de agua tibia sobre nuestros cuerpos. Después tomó el jabón y empezó a enjabonar mi cuerpo, deteniéndose en mis senos pequeños y luego en mis grandes nalgas, hurgándome de repente sus dedos en mi vagina o en mi ano. Después yo hice lo mismo y recorrí con mis manos todo su cuerpo, deteniéndome en su abdomen, en su pecho y en sus brazos. Después mis manos buscaron su miembro para enjabonarlo. Me detuve allí y le masajee suavemente el miembro hasta lograr poco a poco una erección. Por primera vez se lo miraba en toda su magnitud, estando desnudo. Me llamó la atención el prepucio pues me había acostumbrado al miembro de mi marido que estaba circuncidado. Lo abracé por detrás para acariciar de otra manera su miembro, con las dos manos, las cuales apenas alcanzaban para cubrirlo todo. Lo empecé a masturbar y sentir como crecía. Luego me di vuelta, me coloqué en cuclillas y me lo llevé a la boca mirando hacia arriba buscando sus ojos. Era un disfrute fenomenal tener ese miembro grande y erecto en mi boca. Así estuve unos minutos, después me concentré en su glande para lamerlo con ...
... mi lengua. Sentí como palpitaba y como venían sus fluidos, hasta que eyaculó en mi boca pero ya no con tanta fuerza. Acto seguido él hizo lo mismo y empezó a hacerme sexo oral, dándome una cátedra con su lengua en mi clítoris, provocando en poco tiempo un ligero orgasmo.
Cuando nos empezamos a vestir para ir a cenar, Ricardo me dijo que me tenía una sorpresa, que me había comprado un vestido. Así que lo sacó de su maleta y lo extendió sobre la cama. Era de material satén, color fiusha, y que si no me incomodaba por lo corto, me lo pusiera para ir a cenar. Me lo puse, sí que estaba corto, como cinco dedos arriba de la rodilla, sin mangas, un poco ajustado a mis caderas. Me puse mis zapatillas, ahora mis muslos se notaban más, pero en ese ambiente, no me hizo sentir incómoda. Llegamos al restaurante y sentía las miradas de algunos hombres. Me sentía sensual y deseosa; gozosa y coqueta, como no me había sentido nunca. Cenamos delicioso, a la luz de las velas y con el ambiente caribeño. Antes del postre fui al baño. Y allí se me ocurrió algo. Me quité la tanga que traía y la guarde en mi mano. En el trayecto volví a sentir la mirada de los hombres, sentía que mis nalgas se movían un poco de más. Llegué a la mesa y le dije a Ricardo “Te tengo una sorpresa”, y abrió los ojos de más cuando le puse en una de sus manos mi tanga. No sabía qué decir, pero supe que le complació.
Estábamos cansados, casi inmediatamente nos dormimos, no sin antes estar unos momentos en el balcón, ...