1. Entre la viudez y el deseo (2)


    Fecha: 10/12/2022, Categorías: Confesiones Autor: hotmom, Fuente: CuentoRelatos

    Después de esa cena transcurrieron casi dos meses. Por razones laborales y familiares de ambos, nuestros encuentros no fueron tan frecuentes, máximo dos veces por semana. Seguíamos planeando lo del viaje. Ajustamos nuestros tiempos y programamos un viaje de una semana al mar. Me ilusionó saber que iríamos a un resort en el Caribe mexicano. Para esto me cuidé más, asistí más días a la semana al gimnasio.
    
    Cuando nos veíamos íbamos a cenar o a comer. Me llegó a proponer ir a su departamento pero me rehusé. No me sentía todavía preparada, a pesar del deseo y de que me complacía su compañía. Sentía todavía cierta culpa y me apenaba recordar lo que le había permitido que me hiciera en el automóvil y lo que yo le había hecho. Sin embargo, después de tantos años de no tener relaciones sexuales, el deseo surgía e imaginaba el primer encuentro sexual con Ricardo, aunque también aparecía la incertidumbre al no saber cómo reaccionaría.
    
    Con el tiempo me sentí más cómoda con él; me hacía reír mucho y su cultura y sensibilidad me cautivaban. En una ocasión estuve a punto de dejarlo entrar a mi casa pero no lo hice. Nos besamos con mucha pasión en el auto y la excitación creció mucho pero me supe controlar y le dije que tuviera paciencia, que sería mejor en otro momento y en otro lugar, no en mi casa. Lo aceptó y esa actitud me gustó, me demostró no tener prisa ni urgencia.
    
    Finalmente llegó el día del viaje. Acordamos de vernos en el aeropuerto. No sabía cómo vestirme; eso sí, ...
    ... quería agradarle. Pensé en una falda corta, en un vestido pegado al cuerpo o en unos pantalones ajustados. Pero también me apenaba pensar en eso: viuda y cincuentona. Sin embargo, tenía que superar mis miedos y sentimientos de culpa. Recuerdo que la terapeuta me había dicho que el pasado podía seguir intacto, pero que tenía que construir el futuro con las oportunidades que me ofreciera la vida. Y éste era el momento: saber que iríamos a un lugar cálido, acompañado de un hombre que me agradaba en todos sentidos, me motivaba y tenía que dar no un paso sino un salto.
    
    Opté por un vestido blanco que me había hecho, ceñido en la parte superior y suelto de la cintura para abajo, ni corto ni largo, apenas un poquito arriba de las rodillas. Dudé respecto de los zapatos, si tacones medianos o altos, pues si me ponía los altos corría el riesgo de verme más alta que él y llamar más la atención. Me vi en el espejo y la verdad me gustaba cómo me veía, un poco blancas mis piernas pero firmes todavía, tanto por el ejercicio como por la genética. Me veía como una mujer típicamente “culichi”, como les dicen a los originarios de la capital del estado de Sinaloa. Me recogí el cabello. Traté de ser coqueta, pero no vulgar: no me puse ajustador. Y como mis senos son pequeños no me importó.
    
    Cuando nos encontramos en el aeropuerto noté como brillaron sus ojos al verme, no esperaba verme vestida así. Desde que llegué al aeropuerto y caminé por los pasillos sentí la mirada de algunos hombres pero lo ...
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