Entre la viudez y el deseo (2)
Fecha: 10/12/2022,
Categorías:
Confesiones
Autor: hotmom, Fuente: CuentoRelatos
... que más me llamó la atención es que me miraban jóvenes de 30 o 40 años. No pasaba inadvertida mi estatura de casi 1.80 con esos tacones, con mis pantorrillas torneadas, mis caderas anchas, acinturada y mis nalgas todavía firmes y redondas. Nos saludamos con un beso; me veía más alta que él pero mostró indiferencia. Nos encaminamos a la sala de espera, pues ya había hecho el chek in. Ya sentados, nos dimos la mano y me crucé de piernas. Sentía que hombre que pasaba cerca me volteaba a mirar mis piernas. Y eso que el vestido tampoco me quedaba muy corto. Pero él no se incomodó para nada. Mi marido, en ese sentido, sí era un poco celoso y no le gustaba que enseñara de más, aunque en realidad pocas veces lo hacía.
Ya en el avión, sentados, yo en la zona de la ventanilla y él en medio, pero afortunadamente el pasillo vacío, crucé mis piernas y me levanté un poco el vestido cuando no me veía; a los pocos minutos empecé a sentir su mirada, y de repente acercaba su mano y me las tocaba. Lo hacía discretamente pues cada rato pasaban las personas del servicio y los pasajeros que iban al baño. Como veinte minutos antes de aterrizar, le dije que iba al baño. Pero antes me pidió que me acercara para decirme algo. Me acerqué y me preguntó “¿Te puedo pedir algo?”, yo le respondí que sí. Entonces me dijo en voz baja: “Ahora que vayas al baño quítate tus pantaletas, ponlas en tu bolso y cuando regreses, lo abres y me las muestras”. Primero no supe qué decir, después le sonreí de manera ...
... coqueta y con total aceptación. Fui al baño y no dudé: hice lo me pidió.
Regresé al asiento, abrí el bolso discretamente y le mostré mi prenda. Sonrió y nos dimos un beso. Me senté y volví a cruzar las piernas. No dejaba de mirarlas. Al poco tiempo miré su entrepierna, y noté el tamaño de su bulto. Yo le miraba de reojo pero me daba pena tocárselo, no fuera a ser que me vieran los pasajeros o las aeromozas. Una y otra vez lo miraba discretamente.
Aterrizó el avión. Cuando bajamos del avión sentí la calidez del ambiente pero también una sensación rara al no traer ropa interior. Ya en el taxi, rumbo al hotel, en el asiento de atrás, me acariciaba el interior de mis muslos y yo su entrepierna, pero sin tocar su miembro. Toda esta situación me resultaba nueva y sugestiva. Por ejemplo, no traer ropa interior y sentir sus caricias en mis piernas. En mis años de casada nunca pasó por mi mente andar sin ropa interior en la calle, y mi marido nunca me lo propuso.
Llegamos al hotel, nos registramos y nos condujeron al cuarto. Tan solo entramos y estuvimos solos, nos empezamos a besar y abrazar. Yo supuse que iríamos a la cama, pero Ricardo me dijo que fuéramos al balcón del cuarto a mirar el atardecer. El sol ya estaba de color rojo incandescente. El mar caribe se contemplaba en toda su magnitud con su color turquesa. El espectáculo era increíble. De repente me abrazó por detrás, con sus manos rodeando mí cintura. Me gustó esa sensación, me sentía protegida. Pero inmediatamente ...