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La limpiadora
Fecha: 20/10/2022, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos
... el fondo. Un grito de ella evidenció sus carencias sexuales. Otro puntazo fuerte, seco. Un golpe de cadera duro. El ruido de nuestros cuerpos chocando comenzó a ser más uniforme. Me estaba follando a la limpiadora pureta sin compasión. Sobre ella comencé a comerle las tetas que se movían al ritmo de mis caderas como dos flanes: -Dame fuerte joder. Decía la pureta mientras se agarraba a mis duras nalgas. -Quiero correrme entre tus tetas... Me incorporé y subí sobre su cuerpo hasta colocarme a horcajadas sobre su torso. Ella me miraba lasciva y agarrando sus tremendas tetas. Coloqué mi polla erecta entre ellas para que la mujer las juntara. Sentí como aquellas enormes tetas de casada aburrida abrazaban mi polla. Una polla extraña para ella. Comencé a moverme mientras ella hacía lo mismo con sus manos. Aquella era mi primera cubana. Una pureta casada me estaba haciendo una paja con sus impresionantes tetas. Sentí que desde mis cojones comenzaba a subir el semen; -Córrete cabrón. Córrete encima de mí. No dejaba de mirarle a los ojos verdosos y su cara de pureta insatisfecha. Me estaba poniendo muy burro. Miraba como mi polla se perdía entre las dos enormes tetas. Estaba a punto de correrme cuando Rocío fue un paso más allá: -Pégame niñato. Pégame en la cara. Mirándola a los ojos, mordiéndome el labio inferior sentía que la corrida era inminente y le di una hostia. Le crucé la cara al tiempo que un par de chorros de semen caliente marcaban su mejilla ...
... enrojecida por mi mano: -¿Esos es lo que quieres, puta? -Mmmm, sí joder, soy muy puta. Cuando terminé de correrme los chorros recorrían su cara, su cuello y para terminar entre sus tetas. Le acerqué el capullo gordo y de color rojo intenso para que la pureta me lo terminara de limpiar. Lo envolvió con sus labios y succionó hasta dejarme seco. Había pasado más de una hora desde que nos marchamos a colocar la cortina al apartamento. Contamos una historia más o menos creíble ante mi compañera, en la oficina. Pero aquella tarde se había abierto una puerta que sería muy difícil cerrar. Esa noche, Marta, mi chica, no tenía muchas ganas de follar, pero a mi aún me duraba el calentón del polvo con Rocío. Así que conseguí que me la chupara en el coche, pero la cosa no acabó nada bien: -Chúpamela bien, puta zorra No pude evitarlo, el recuerdo de la cubana con la limpiadora seguía muy vivo en mi cabeza. -¿Qué dices tío? Ya sabes que no me gusta que me hables así. Ahora te la terminas tú. Me dio igual. No podía quitar de mi mente a Rocío. Me fui a dar una vuelta a la playa y a imaginar si el segurata se la estaría follando. O comiéndole las tetas que yo había bautizado como mi semen esa misma tarde. Los días siguieron pasando y la complicidad entre Rocío y yo seguía aumentando. Una tarde, se retrasó y llegó a la oficina a la hora de salir. Mi compañera le propició la coartada necesaria: -Me he venido sin coche y necesito que alguien me lleve. -A mi me viene fatal ...