1. La limpiadora


    Fecha: 20/10/2022, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos

    Pocas cosas resultan más morbosas que follarse a una madura. Cuando uno es joven, una de las fantasías más recurrentes es la de montárselo con una MILF. Típica historia con la vecina pureta, tirarse a la madre de un amigo o follarse a la mujer del jefe. En mi caso no fue ninguno de esos escenarios. Tampoco fue una tía espectacularmente guapa que pasaría por menos edad. Lo mío fue diferente. Hace 25 años yo tenía 22 y trabajaba en una inmobiliaria dedicada al alquiler vacacional. Desde primeros de junio hasta mediados de septiembre, trabajaba de chico de los recados en una oficina en una playa. Junto a una compañera nos pasábamos el verano atendiendo a los inquilinos que habían alquilado los diferentes apartamentos que se repartían por aquel trozo de costa. Entre cambio y cambio de alquiler quincenal teníamos que planificar la limpieza de esos apartamentos. Y es aquí donde aparece mi pureta.
    
    Rocío, la gobernanta de las limpiadoras, tenía unos 47 años vividos. No era nada fea, pero el paso de los años no le habían hecho justicia. Casada con un segurata que trabajaba en el centro comercial donde teníamos la oficina, era madre de dos adolescentes de 15 y 17 años. Los más de tres lustros de matrimonio la habían llevado a un estado de dejadez física. Sus escasos 157 centímetros contenía, a estas alturas, un culo con celulitis y varios kilos de más. Pero Rocío tenía un encanto personal y unas tetas tamaño XL imposibles de pasar desapercibido para cualquier hombre ...
    ... heterosexual.
    
    Nos habíamos conocido el año anterior y este la había cogido mirándome varias veces. En aquella época yo tenía un físico bastante atractivo. Mis entrenamientos con el equipo de baloncesto me mantenían en una buena forma física. La genética también ayudaba, con una altura considerable, poseía un cuerpo bien tonificado y definido. Las piernas bien desarrolladas y un culo con bastante éxito. De manera, que Rocío había empezado a piropear mi físico medio en broma medio en serio, ante sus subordinadas y mi compañera.
    
    Durante los últimos días de junio la relación laboral fue muy estrecha. Ella, como jefa de limpiadoras, y yo, como chico de los recados, teníamos que coordinar muchas cosas y trabajamos codo con codo durante muchas horas. En esos días hubo miradas, bromas y algún que otro roce. En el cambio de la segunda quincena de julio, la tensión sexual entre ambos era más que evidente aunque por suerte nadie se había dado cuenta.
    
    Casualidad o no, Rocío necesitaba que la acompañase a hacer algo a una vivienda. Dentro de la habitación la tuve a ayudar a colocar una cortina. En un estrecho hueco me vi sujetando a la limpiadora sobre una silla. Estábamos casi juntos. Sus tetas estaban a la altura de mi cara. La opción de morderlas era demasiado tentadora. De repente, Rocío fue descendiendo hasta colocar su cara frente a la mía.
    
    No sabría decir quien tomó la iniciativa. Lo cierto es que en una décima de segundo estábamos besándonos apasionadamente. Ella se agarraba a mi nuca ...
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