... es verdaderamente cojonudo.
Y ahora viene cuando, según ella, me equivoco una vez detrás de otra y empiezo a tratarle como si fuera una guarra actriz porno o una mala puta, tal y como me dijo en su momento. Le pongo la mano derecha sobre la cabeza y empujo con la pelvis hacia dentro, haciendo un suave movimiento de entrar y salir que a mí me encanta, como si le estuviera follando la boca despacito. Ya estoy cachondo como un garañón en primavera, la polla con todas las venas hinchadas, el capullo bien rojo, ancho, como el sombrero de una seta, y todas las ganas del mundo de correrme en esa boca tan fabulosa que tiene Amparo. Llevado del calentón y ante la cercanía del orgasmo, pues quizás pierdo un poco los papeles, así que me ayudo algo más con la mano haciendo más fuerza, intento acercar más su cabeza y meter entera la polla más veces y más deprisa, lo mismo que hemos hecho en mogollón de ocasiones. Me dejo llevar a la búsqueda de ese puntito de no retorno que es cuando sabes que estás ya mismo para correrte, empiezo a hablar según me sale, sin control alguno, con confianza y naturalidad:
—Sigue mi niña, no pares; qué rico, guarra; qué bueno, golfa; ahora, ahora, mi puta; sííííííí…
Ahí va toda mi leche de hombre, dentro de la boca, lo más dentro posible. Joder, qué bueno es, qué gustazo.
Al menos Amparo espera a que me corra, aunque no se traga el semen ni me limpia la polla con la puntita de la lengua, que son dos cosas que me gustan mucho y a veces me da ese ...
... capricho porque sabe que es como si me diera más placer todavía, como si prolongara mi orgasmo y la corrida fuera mayor.
—Eres un cabronazo, me tratas como a una puta y encima me lo llamas
—Amparo, cariño, que no, que es sólo por la excitación, que tú sabes perfectamente como soy y lo que de ti pienso
—Damián, eres un cerdo que me dice cualquier cosa con tal de tener un orgasmo de la manera que más te gusta
Como está muy cachonda no me impide que me ponga a mamar sus pezones un ratito, aunque no me besa en la boca cuando lo intento, y de inmediato empiezo a acariciar la sensible zona del clítoris. Cierra los ojos, empieza a respirar más rápido y con sus manos dirige mi cabeza hacia abajo para que se lo coma —ni más ni menos que lo mismo que yo hago cuando estoy bien empalmao— suavemente, con mucha lengua, abarcando el total de su clítoris erecto, vibrante. Es una gozada, más todavía viendo las reacciones de Amparo, dando grititos, jadeando y hablándome:
—Lo que me haces, cómo me pones; sigue, sigue
Todavía dura dos o tres minutos más, durante los que le doy una comida de la hostia, con labios, lengua, restregándole la nariz y la cara entera por el chocho, con las dos manos agarradas, engarfiadas, en su duro culo, manteniendo el ritmo, sin descansar, procurando no cansar mi lengua como para tener que dejar de hacérselo.
—Ahhh, ahhh, sííííí, ah, ah…
Amparo es clitoridiana, en contadas ocasiones se corre sólo vaginalmente, y cuando lo hace únicamente con la ...