... para tener un leve moreno, de tono rubito, con algunas pecas minúsculas que le dan un toque muy especial, atractivo. Tiene unas tetas picudas irresistibles, de las que se dice son del tipo copa de martini, grandecitas, separadas, altas, suaves, con pezones redondos no muy gruesos, de color marrón muy suave, al igual que unas mínimas areolas bastante difuminadas. El total de su cuerpazo es esbelto, completamente depilado con láser, sin un átomo de grasa, levemente marcados los músculos porque la piscina es su hábitat deportivo y si alguna vez desaparece habrá que buscar por las piscinas madrileñas. La bonita musculada espalda, el redondo culo —según ella es algo grande, pero a mí me parece perfecto— los fuertes muslos y las piernas largas, esbeltas, fuertes, completan una imagen excitante, de una mujer que está buena de la hostia. Tiene un coño que si no estuviera algo moreno sería totalmente obsceno de tan desnudo que parece sin un solo vello, mojado, brillante, de labios gruesos, abultados, joder, me encanta comérselo.
El domingo estuvimos los dos solos en el cine, en la sesión de media tarde, viendo un rollo de película romántica que ella llevaba varias semanas detrás de conseguir entradas. Después fuimos a cenar a una taquería nueva que está cerca del Bernabéu porque a Amparo le encanta la comida tex-mex. Un par de tequilas, unos besos, vacile tontorrón camino del coche, antes de ponerlo en marcha nos comemos la boca con ganas, a mí se me van las manos debajo de la ...
... falda más bien corta que lleva, pasea su mano por mi paquete dándose cuenta que el asunto está tieso y duro, más besos y arranco camino de mi piso. Durante los diez minutos que tardamos en llegar no se corta en seguir tocándome por encima del pantalón y me deja que le abra la camisa para ver parte de sus tetas y el bonito sujetador negro, de tamaño mínimo, que a mí me encanta. Lo normal, lo habitual, lo que tantas veces hacemos y tanto nos gusta a los dos.
En el garaje nos ponemos ciegos a darnos el lote, me saca la polla por fuera y yo me como sus tetas durante un ratito. Como se enciende una luz, nos tapamos un poco con los abrigos y vamos camino del ascensor. Más magreo hasta llegar al piso y al cerrar la puerta nos desmadramos un poco más, desnudándonos mutuamente con muchas prisas, ya con necesidad. Y tal y como ella hace casi siempre, se sienta en el sofá del salón, muy al borde del asiento, en completa tensión, me coge la polla con una mano y se pone a lamerla arriba y abajo, despacito, con mucha saliva, muchas veces antes de centrarse en mamarme el capullo. Ahí está lo bueno, me come la cabeza de la polla de puta madre, guarramente, de manera muy ensalivada, apretando con sus labios, pasándola por las encías, punteándome con la lengua, marcándome un poquito con los dientes, recorriendo las paredes interiores, metiéndosela bien dentro de vez en cuando y volviendo a empezar una y otra vez. Como al mismo tiempo no para de menearme la piel de la tranca con buen ritmo, pues ...