... polla es como si le faltara algo, como si no se corriera del todo. Por el contrario, con el clítoris monta un buen escándalo, su orgasmo es largo, intenso, muy sentido. Tremendo.
—Cerdo, qué gusto me das
Me da un beso en los labios, muy suave y casi alejándose de mí —no le gusta el sabor de su propio coño— y se marcha camino de la ducha.
—No se me ha olvidado tu actuación machista, tengo que pensar sobre ello
Para mí que detrás de este cabreo —parece distinto a un simple berrinche— hay algo más, y no muy lejos está su amiguita Mercedes, la cabrona que me tiene manía desde que preferí a Amparo a ella, estoy casi seguro que le está comiendo la oreja con el asunto de mi presunto trato machista hacia ella. Trabajan juntas, aunque Amparo es jefe de Mercedes —es su secretaria— lo que hace que esta le haga la rosca como una auténtica pelota, además de ser un bicho que todo lo que tiene de maciza lo tiene también de mala leche. No puedo entender la amistad entre ellas dos —Amparo es siete u ocho años más joven, es abogada con cierto nombre e importante para el bufete en el que trabaja— pero se tienen mutua confianza y se lo cuentan todo o casi, además de ser ambas adictas a los rayos UVA. Según dice Amparo, le ayudó bastante en sus primeros tiempos de ejercer como letrada, cuando sólo era una novata recién licenciada.
Hace algo más de dos años, antes de ser pareja de Amparo, me presentó un amigo a Mercedes, nos caímos bien, tonteamos en alguna ocasión, y tras quedar ...
... los dos solos para tomar unas copas —es fiel consumidora de gintonics— estuvimos follando como locos todo un fin de semana en su casa. Vaya desparrames que monta la tía.
Rubia, alta, ancha, grande y fuerte, llaman la atención sus tetas, parecen balas de cañón, juntas —menudo canalillo tiene— grandes, con dos areolas oscuras de gran tamaño, muy anchas, que rodean pezones también oscuros, redondos, cortos, gruesos, apuntando hacia abajo. Es todo un festín, porque no lo he dicho, pero a mí los pezones de hembra me gustan mucho, mamarlos, comerlos, suavemente al principio y aumentando la dureza poquito a poco, me excito como un verraco.
No se puede decir que Mercedes sea guapa, pero sí atractiva, rubia natural, en tono dorado oscuro, se tiñe de un rubio más amarillo —cuando se pone cursi lo llama espiga de trigo— e incluso de color caoba cuando, según ella, está depre. Sus bonitos ojos color caramelo y la boca grande, recta de labios finos, disimulan una nariz demasiado grande y algo picuda. Anda detrás de arreglarse la nariz, pero no se decide a operarse.
Además de las excitantes tetas, su cuerpo es el de una mujerona grande a la que quizás sobren algunos quilos, pero los tiene perfectamente repartidos entre un estómago abombado, unos muslos anchos, fuertes, y un culazo muy grande, impresionante, duro, alto, como una perfecta gran sandía partida en su centro por una ancha oscura raja en donde destaca un ano grande, apretado, del mismo color que los pezones. Como desde el ...