La suerte ayuda
Fecha: 20/10/2022,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... salida
Ni hablamos, durante el breve trayecto no ha dejado de tocarme el paquete por encima del pantalón. Nada más llegar nos desnudamos con prisas y de nuevo me impacta su cuerpo fabuloso, estoy completamente palote. Tengo ganas de ella y ella de mí.
Me ha estado chupando la polla varios minutos, arrodillada en el suelo, sólo con la boca, como sabe que a mí me encanta, sin quejarse porque le sujete la cabeza con mis manos y haga un suave movimiento de follar en su boca. Se pone en pie, me coge de la mano y me conduce a la cama del dormitorio.
En la cama estamos enfrentados Amparo y yo, sentados, con las piernas estiradas, las mías por fuera de las suyas, agarrados de las manos, sujetándonos mutuamente. Le tengo metida la polla en el coño, todo lo dentro que puedo llegar, apenas me muevo, casi me limito a sentir como las paredes vaginales de la hembra aprietan mi rabo. Como si estuviera haciendo algún tipo de gimnasia, me da pellizquitos alternando suaves y más prietos, llevándome a un estado de excitación de gran ansiedad. Me dejo hacer tal y como ella me ha pedido al comenzar, es quien se mueve, muy suavemente, adelante y atrás, a derecha e izquierda, sin dejar de apretarme la polla de esta exquisita manera. Mi agitada respiración presagia el cercano orgasmo, lo que sucede en apenas un par de minutos.
Ahhhhh, qué cojonudo, qué corrida más buena, qué gozada. Me vacío de manera que parece que lleve mucho tiempo sin follar —no es del todo mentira, al menos con ...
... ella— y después de volver a la vida, miro a Amparo.
—Ahora tú
—Descansa, no tenemos prisa, aunque sí tengo muchas ganas
Desnudos ambos nos sentamos en el sofá que tiene delante una mesa baja. Tomamos una copa y compartimos un cigarrillo rubio, cosa rara porque yo no suelo fumar y Amparo sólo cuando está nerviosa o le pasa algo. Será por la excitación.
No estoy con una erección muy presentable, apenas tengo la polla un poco morcillona, así que mi novia hace que me tumbe de nuevo en la cama. Me besa por todo el cuerpo con suaves besos que se acompañan de lamidas, muchas, un poco más largas y ensalivadas a cada rato, volviendo a besar suavemente, otra vez lamiendo, cambiando una y otra vez, centrándose en los lóbulos de las orejas, las comisuras de los labios, dándole un buen repaso a los pezones, el estómago alrededor del ombligo, los muslos y las ingles, los huevos… una y otra vez, repitiendo, volviendo al principio, acercándose cada vez más a la polla, sin llegar a tocarla. Me tiene loco, nunca me ha excitado de esta manera tan cojonuda. Ya tengo la polla tiesa y dura como el mango de un martillo, palpitante de deseo.
Amparo se sube encima de mí, arrodillada con una pierna a cada lado de mis caderas, tomando la polla con una de sus manos y metiéndosela en el mojado coño. Suspira con fuerza, se queda quieta durante unos instantes, moviéndose después arriba y abajo, cabalgando sobre la tiesa polla, pasando a moverse en círculos, a derecha e izquierda, otra vez ...