... empujé suavemente ambos dedos, un dedo por su coño y otro por su culo, sin soltar su clítoris succionado por mis labios, se tensó y apretó las nalgas, ahorcando fuertemente mis dedos.
Ay, que haces, por atrás no, me arde, sácalooo- se quejó.
Claro que puedes, puta, sé que te gusta, relájate y disfruta, no te lo voy a sacar, así que aguanta, papi quiere tu culo y me lo vas a dar.
Ese orificio ya había sido estrenado y no había tenido la dicha de ser yo, llegó a mi mente la imagen del culo de mi novia profanado por la enorme verga de Arturo, lo que me turbó y no escuché sus ruegos, siempre había tratado de ser tierno y gentil con ella y cuando mi dedo había logrado penetrar su apretado orificio en ocasiones anteriores, cuando empezaba a quejarse, desistía de mi intento, siempre con la esperanza que en la siguiente ocasión lograría mi objetivo, en esta ocasión sería diferente, estaba molesto, y en vez de sacar el dedo se lo hundí más profundo, mi novia se retorció y dio un alarido, pataleó e intentó zafarse, sin éxito, saqué los dedos y en un acto de compasión puse saliva en su agujero antes de volverlos a hundir..
Ay, me lastimas, no seas cabrón, ayme dueleee - gritó Adriana.
¿Te duele putita?, Tranquila, relájate si no quieres que te duela, ya te dije que no te voy a sacar los dedos, tu culo me pertenece, es mío, así que no te queda de otra, relájate- Le expresé con determinación.
Poco a poco su cuerpo se rindió, entendió que no le iba a sacar los dedos y ...
... dejó de patalear, así que empecé a mover mis dedos, los metía y sacaba, masajeando sus paredes internas, mis dedos se rozaban entre ellos, solamente separados por una delgada capa de piel, mi lengua dentro de su coño y succionando su clítoris, empezó a retorcerse y a convulsionar, sus jugos empezaron a escurrir entre sus piernas, empezó a gritar de placer.
Agh, ay, me corro, me corrrooo- Gritó
Así córrete, cabrona, córrete como puta, goza como zorra, mi zorraaa – le dije y regresé a chupar su coño.
Sentía los espasmos de sus paredes internas apretando mis dedos, sus jugos escurrían y los succionaba con deleite, terminó de correrse y se desplomó en la cama, pero no pensaba darle tregua, rápidamente tomé un condón, me lo puse, le abrí las piernas y la empalé profundo, de una sola estocada, mis huevos chocaron con sus nalgas, y empecé a embestirla salvajemente, duro, se escuchaba el golpeteo de mi pelvis contra su cuerpo, como un aplauso, celebrando la cogida, celebrando el castigo que le daba a mi novia, el tierno Ariel había desaparecido, estaba convertido en una bestia, un monstruo con hambre de hembra, que sólo pensaba en su placer, Adriana era mi puta y la estaba tratando como tal, castigándola por su infidelidad, la seguí empalando y mordiendo sus labios, mi lengua recorría su cara en forma obscena, le gritaba lo puta que era, la escuchaba gritar y gemir y más duro le daba.
Se la saqué, le di vuelta, poniéndola en cuatro, piernas bien abiertas, la tomé del cuello ...