Continuación del relato “Por una apuesta entregué a mi novia a mi amigo y amante 1 y 2”, dejo los enlaces al final del relato.
Después de que Arturo se había cogido a mi novia me sentía aturdido, molesto, enojado, no sabía cómo reaccionaría al encontrarme con ellos, si podría contener mi furia y estaba molesto conmigo mismo también porque mucha culpa era mía por haber aceptado esa apuesta ridícula, había sido un imbécil.
Pensé que lo mejor era no ver a ninguno hasta que estuviera más calmado, por lo que no vi a Adriana en toda la semana, ni acudí a los entrenamientos, tenía mucho que pensar, a Adriana le inventé que estaba en exámenes y proyectos que debía entregar y los mensajes de Arturo, que no fueron pocos, ni los leí.
Mil pensamientos rondaban mi mente, ¿cómo podría reclamarle a mi novia su infidelidad?, si yo mismo había propiciado el encuentro a solas entre ellos y conocía en carne propia el poder seductor de Arturo, incluso también le había sido infiel a mi novia y con el mismo hombre, pensaba que si la teoría de Arturo era correcta, era inevitable que no pudiera resistirse a sus encantos, ¿cómo reclamarle a Adriana?, pensé que de los tres, Adriana era la menos culpable, así que a mi pesar, decidí tratar de olvidar lo sucedido y seguir adelante, algo que sería muy difícil, ya me las arreglaría con Arturo.
Los recuerdos me atormentaban, venían a mi mente como Arturo penetraba a mi novia con su enorme verga, haciéndola gemir y como se burlaba de mí y me ...
... insultaba, humillándome, a sabiendas que lo escuchaba, sentía coraje ¿o serían celos?, pero celos ¿por quién? ¿por Arturo?, ¿por Adriana?, o incluso por ambos. Estaba muy confundido.
Llego el viernes y ya estaba un poco más calmado, iniciaba el fin de semana y era inevitable encontrarme con Adriana, así que salimos a cenar, cena que fue un poco tensa y no hablamos mucho, después de la cena la llevé a mi departamento, estaba molesto, pero también muy excitado.
Ya en mi recámara la abracé por detrás, apretando fuertemente su frágil cuerpo al mío, besé su cuello, mis labios recorrieron suavemente su nuca hasta llegar a su oído y le susurré que estaba muy caliente y excitado y que hoy sería mía y la volvería loca de placer, saqué mi lengua y recorrí el contorno de su oreja y después introduje la punta de mi lengua dentro, su cuerpo se estremeció entre mis brazos y un gemido salió de su boca, aspiraba el fresco aroma de su piel, y sentí que su piel se erizaba, mi verga ya estaba dura e hinchada y la apoyé entre sus nalgas, refregando mi verga contra su culo, sintiendo la tibieza de su piel a través de la ropa.
¿Sientes mi verga?, ¿Dura?, así me tienes, es tu culpa que esté así de dura- Le susurre.
Nuestras ropas fueron cayendo, pero sin despegar mis labios de su cuerpo, a medida que la desnudaba iba recorriendo cada centímetro de su piel, mi orgullo estaba herido y quería matarla de placer, hacerla gozar, y que gimiera y gritara más fuerte que con Arturo, mostrarle que era ...