1. Silvana y Alejandro


    Fecha: 14/10/2022, Categorías: Dominación / BDSM Autor: campillo, Fuente: CuentoRelatos

    ... momento:
    
    -José me lo ordenó. Por eso esta siesta te la chupé un poco y cogí contigo. Él quería que acabaras en mi boca, pero no me atreví, temí que lo tomaras a mal, no lo había hecho nunca; te lo había negado tantas veces... Me gustó mucho. Apenas salimos rumbo al Champaquí, José me dijo que me agarrara bien. Yo iba tomada de sus hombros, pero él me puso las manos en su cintura. Tenía la camisa abierta, de modo que mis manos se asentaban sobre su piel y por la pose al conducir el cuadriciclo, quedaban peligrosamente cerca de su entrepierna. Apenas anduvimos un poco, pude ver que, por la pernera izquierda de su short, se le aparecía un huevo y la cabeza de su pija; él parecía no haberlo advertido, pero yo lo veía claramente desde atrás, y durante todo el trayecto no pude dejar de mirarlos y mover un poco mis manos, acariciando la piel de este hombre que desde hacía días me tenía convulsionada-.
    
    Se detuvo un instante y prosiguió:
    
    -Desde el primer momento de nuestra estadía, me había acechado como un lobo y me había subyugado con su personalidad y su mirada. Me había obligado a comprar un bikini, para que estuviera vestida a su gusto y desde que me había comprado el bikini, porque no le gustaban mis mallas, había actuado a su placer y yo había hecho lo que él quería; tanto que mientras lo comprábamos y me probaba, se mantuvo dentro del vestidor apreciando mi cuerpo desnudo en cada ocasión, en medio de mi vergüenza. No fui capaz de echarlo afuera ni negarme, aunque no ...
    ... me dijo nada, ni me tocó, pese a que yo esperaba alguna reacción suya. Cuando estuvimos en la pileta, advertí que habías visto algo, que cada vez que podía me manoseaba, al punto que en muchas ocasiones me sacó el corpiño del bikini al manosearme las tetas; no puedo negar que me sentía bien y me gustaba que me atendiera, y tuviera atención para mi culito, que hurgó innumerables veces. Yo estaba dispuesta para él, pero no me prestaba demasiada atención al margen de eso. Cuando subimos al Champaquí, fui pegada a su espalda por temor a caerme y en más de una ocasión, sin quererlo, toqué sus genitales por arriba de la ropa, lo que me fue poniendo a cien. La calidez de su piel, donde se aferraban mis manos, me transmitía emociones que antes no había sentido. Cuando por fin llegamos y paramos, estacionamos el cuatri en un lugar solitario y recoleto, en el cerro Los Linderos. Yo volaba de calentura-.
    
    Entonces habló él:
    
    -Bueno, ya estamos- dijo José -¿Y ahora?-. Se planteó un vacío, porque normalmente él dirigía la excursión y de pronto me pasaba a mi la responsabilidad de decidir a dónde ir o qué hacer. Yo no propuse ni bajar, ni seguir, nada. No sé por qué, estiré mi manito izquierda y agarré la cabezota de esa pija que se aparecía ahí, provocativamente. -Ay, m’hijita,- dijo José, y dándose vuelta, me tomó en aire y me pasó delante de él; yo no soltaba esa cabeza caliente y babosa que me pringaba la mano. Me miró extrañado, y comenzó a besarme en el cuello, la cara y tocarme ...
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