Silvana y Alejandro
Fecha: 14/10/2022,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: campillo, Fuente: CuentoRelatos
... años, amable y simpático, que se arrimó a conversar con nosotros y se hizo habitual que normalmente charlara con Silvana a la que llamaba m’hijita, con la confianza que le daba la diferencia de edad. Era un poco más alto que yo y se lo veía fuerte y en forma; además tenía una mirada fuerte, avasallante, que sugería una personalidad poderosa; fue él quien primero se arrimó y llevó la iniciativa de esta amistad. Yo, por mi parte, guardaba la distancia y compostura que corresponde a un magistrado de mi posición, sin dar demasiada confianza, que tampoco se la tomó nuestro vecino, sino que se mostró prudente y correcto. José, que así se llamaba el vecino, se nos arrimaba constantemente, y nos atendía, nos invitaba a comer o a participar de juegos y entretenimientos, con un trato amigable, simple y correcto, un tanto invasivo, como ocurre en esas situaciones. Yo me disculpaba siempre, porque me parecía impropio de un juez de primera instancia estuviera jugando esos jueguitos como los llamados de mesa, o el vóley en la pileta, o participando de otros juegos que organizaban en el complejo, pero Silvana no, ella lo veía de otro modo y se integraba en todo.
De mañana, tras desayunar, nos vestíamos con malla de baño e íbamos a la pileta; ya el primer día José nos pasó a buscar y desayunamos juntos en una sombrilla al lado del agua, no lo esperábamos, pero así se dio. Silvana vestía, como habitualmente lo hacía, una malla enteriza azul, creo que era la única así vestida en el lugar; ...
... yo le había sugerido la posibilidad de usar dos piezas o bikini, pero siempre se negaba pudorosamente, no era su estilo. Al filo del mediodía, acalorado, me metí al agua y estando allí, alcancé a oír casualmente la charla entre ellos. José la halagaba diciéndole lo bonita que era, y lamentaba que usara malla entera, al tiempo que se ofrecía a regalarle un bikini, si ella se decidía cambiar. Silvana escuchaba con la cabeza gacha, sin decir palabra, sin discutir. Con el bochorno del mediodía, decidimos entrarnos sin comer; José nos invitó a almorzar, pero declinamos su oferta, para recluirnos al fresco de la cabaña. Silenciosamente y sin previos indicios, fuimos al dormitorio donde Silvana se desnudó y me abrazó fuertemente. Me dio un beso profundo en la boca y sin más palabras, cogimos. Fue un polvo suave, pero satisfactorio en posición misionero, como siempre. Cuando nos desacoplamos y me bajé de ella, Silvana sin ir a lavarse, comenzó a hablar, sacándose lo que tenía adentro:
-Ese hombre me da cosa. Es como que tiene una personalidad muy fuerte ¿no lo ves así? A veces me parece que se quiere apoderar de nosotros… Es como si en un día ya nos conociera a fondo ¿verdad?, es muy intenso, muy intenso-. Yo, que había oído la charla anterior, la escuchaba en un mar de dudas, sin saber qué decirle, ya que algo de razón tenía, pero no alcanzaba a ver claramente. Y luego siguió: -Me ha dicho que, si quiero, me regala un bikini, que es una pena que esconda tanta belleza en una malla ...