Silvana y Alejandro
Fecha: 14/10/2022,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: campillo, Fuente: CuentoRelatos
... enteriza; él es el que quiere que use bikini, es como si ordenara ¿Qué piensas? -. Para mi, que usara bikini era una buena idea, aunque encontraba desubicada la oferta de José, un no sé qué de improcedencia o impertinencia. No sé por qué repuse:
-Me parece fenómeno, andá a comprártela esta misma tarde, si querés-.
-Sos divino-, me respondió y se dio vuelta para hacer una siestita, desnuda como estaba. Yo me dormí también, cuando me desperté, Silvana no estaba; la busqué por toda la cabaña y al asomarme, la vi en la galería de la cabaña de José, conversando con él. No pude menos que advertir que estaba preciosa, era una muñequita con su remerita sin mangas y el short que vestía. Justo en ese momento se levantó y vino a nuestra cabaña en mi busca:
-Voy con José a comprarme el bikini, ¿venís? -. Yo preferí quedarme, mientras ellos partían al pueblo a la compra. Volvieron como a las dos horas ¿tanto tiempo para comprar un bikini? Silvana me relató lo ocurrido, se había estado probando: de acuerdo con ella, todas las que le gustaban le quedaban grandes, según le había dicho José, hasta que consiguió una que le iba bien a su talla. La traía puesta, se sacó la ropa y me la mostró, era un diminuto bikini blanca que le cubría justo las tetitas y poco la cola y el pubis. A decir verdad, quedaba deliciosa con ese bikini blanco, aunque muy sugerente y medio desnuda.
Personalmente me parecía escandalosamente chica, pero no dije nada, para no parecer pacato; no dejaba de ...
... enorgullecerme que esa mujercita me perteneciera. Pero me quedé en un mar de dudas, no entendía por qué José le compraría un bikini a Silvana, y, además, ¿cómo había sido la compra? ¿Se había probado delante de José? ¿Cómo había sido?
Era media tarde cuando vino la animadora del complejo a invitarnos a participar en el campeonato de vóley en el agua, que se jugaba al día siguiente. Yo, decliné la invitación, pero la anoté a Silvana sin preguntarle, sabía que la entusiasmaría y no me equivoqué. Para ese día tenía planeado una jornada de independencia, para mi, sentarme a leer a la sombra, junto a la pileta, y ni se me ocurría meterme al agua y menos jugar Vóley; que me parecía impropio de un magistrado, además que no tenía ganas.
La mañana siguiente mi mujercita partió contenta hacia la pileta a jugar, vestida con su bikini blanco y pareo; estaba preciosa pero audaz. Lucía la cola al aire y las tetas casi no estaban cubiertas, era una tentación, un bocadito, yo la miraba orgulloso y enamorado. Quiso la fortuna o la mala fortuna que le tocara integrar el equipo que integraba José, y jugaron toda la mañana en el agua. No estaba atento ni podía ver bien, pero me pareció advertir que a lo largo del partido se rozaban demasiado y que José no se privó de manosearla como quiso, sin que ella se atreviera a protestar. Era sorprendente el dominio que tenía sobre ella, la influencia, tanto que la había hecho usar bikini. De los cinco jugadores de su equipo, dos eran mujeres, y los otros ...