Silvana y Alejandro
Fecha: 14/10/2022,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: campillo, Fuente: CuentoRelatos
... hecho nunca antes y de lo que no había ni querido oír. Yo estaba perplejo, delirando de placer al mismo tiempo. Me la chupó un poco, y siempre con una modalidad desconocida antes, me pidió:
-¡Cogeme! ¡cogeme!-. Era un lenguaje desconocido en ella, no me hice rogar y nos enredamos en un torbellino de sexo que no era habitual entre nosotros. Por primera vez en nuestra vida, nos revolcamos apasionadamente, mientras se la metía con entusiasmo. Silvana estaba desconocida, me abrazaba con sus piernas como queriendo que se la meta más, me apretaba, empujaba con su vientre y se movía recibiendo la pija como nunca antes lo había hecho. Mi muñequita dulce, estaba desconocida y cogía como una leona. Fue un polvo delicioso, formidable. Acabamos juntos y quedamos derrengados en la cama donde agotados, nos dormimos sin cruzar palabra. Allí estábamos, cuando como a las cinco o seis de la tarde, oímos el llamado a la puerta, nos levantamos a atender, yo con una bermuda y Silvana con su bikini. Era José, que con la confianza que había tomado, entró sin esperar que lo invitáramos; Silvana me tomó la mano y como si fuera algo programado, así nos sentamos en el sillón grande del cuarto de estar, a recibir la visita, mientras José se quedaba de pie frente a nosotros. Era como la figura de un maestro frente a sus alumnos, de una autoridad, en una posición de superioridad, yo asistía satisfecho e inocente y Silvana lucía como apocada, sumisa:
-Ha cogido la parejita-, nos dijo con una ...
... sonrisa. -¿O no?- Silvana, con la vista baja, asintió. ¿Qué era esta pregunta? Yo me trabé con semejante situación. José se dirigió entonces a ella aprobatoriamente, diciéndole que estaba bien que le hubiera hecho caso, y luego la interrogó: -¿Se la chupaste?-, Silvana asintió sin levantar la vista. Yo no cabía en mi sorpresa ante el comportamiento del amigo, y mucho menos el de mi mujer, pero me pareció comenzar a comprender: Ella estaba actuando según deseos de él; era él quien la había mandado a chuparme la pija y coger y ese gusto en la boca de Silvana comencé a sospechar que no era casual ¡Le había chupado la pija! La miré asombrado e interrogante, pero ella no levantó la vista. Yo no podía dar crédito a lo que veía y oía, conjeturaba torpemente, confuso y desubicado. José tomó la palabra:
-Bien m’hijita, bien. Se lo debía a este muchacho, le debía un buen polvo y una buena mamada ¿No?-. Silvana no me había soltado la mano, no decía nada y miraba al piso, con pesadumbre ante el dominio de José, y como avergonzada ante mi por lo que estaba ocurriendo. Qué era esto que José nos hablara de ese modo, que se dirigiera así a ella, revisando si había cumplido sus órdenes; no conseguía ubicarme. José, que se arrimó un poco más a ella, preguntando: -¿Te acabó en la boca?-, y ella negó con la cabeza gacha. Entonces le dijo, dirigiéndose solamente a ella, increpándola, algo enojado:
-No sabes hacer caso. Lo debías hacer. No hiciste caso, no te había dicho que lo hicieras. ¿Qué te ...