Mi esposa tiende a ser muy entregada en una relación, me acepta tal como soy, pero en el fondo siempre fue evidente que había un algo que deseaba de mí y que no se lo estaba proporcionando. No se trataba de más amor, más afecto, más romanticismo o más responsabilidad, pero sí, tal vez, más sexo. Y, en nuestro caso, con el paso del tiempo y viendo que sus deseos no eran satisfechos, la situación se prestó para que apareciera una tercera persona en nuestra relación, que, más para bien que para mal, vino a llenar el vacío que ella experimentaba.
El proceso, sin embargo, no es del todo fácil ni placentero, porque si no hay una buena comunicación, esos vacíos en la relación pueden eventualmente conducir a la pareja, hombre y mujer, a la insatisfacción, a las mentiras y al engaño. Ante esas circunstancias mi esposa buscó, incluso sin intención, otra persona que le ofreciera lo que yo no le estaba brindando y que ella, desesperadamente y en silencio, quería experimentar. Seguramente hubo muchos pretendientes que, la percibieron vulnerable y ansiosa, y le dieron a entender que podían proporcionarle aquello que deseaba y quería, y estuvo a punto de caer en la tentación de engañar.
Afortunadamente no fue así y, por circunstancias de la vida, yo resulté siendo su cómplice para satisfacer sus necesidades. Sin embargo, no ha resultado fácil para ella, y creo que, para ninguna otra mujer, lidiar con su amante. Su corneador, ciertamente, es más desinteresado y solo se acerca por ...
... contacto físico y fascinado por la atracción y la aventura. Ella, por el contrario, pareciera ir más allá de eso. Y puedo pensar que, dado el caso, mi esposa pudiera enamorarse de su amante negro porque, en la mayor parte de los casos, un acercamiento íntimo significa un gran avance en una relación, cualquiera que sea y tiende a desarrollar sentimientos de consideración por esa persona. Pero no sé si ella percibe que él, emocionalmente, le proporcione algo que yo no le pueda dar.
Hace un tiempo me surgió la duda porque, después de haber discutido por temas vitales del hogar, nos distanciarnos un poco y fuimos un tanto reacios a comunicar nuestras expectativas y conciliar como debiera nuestras diferencias. En lugar de eso, cada cual consideró que la mejor manera de resolver aquello era no volviendo a tocar el tema, y las cosas quedaron así. No obstante, pareciera que la satisfacción de necesidades físicas por parte de uno y otro se daba por sentadas, de modo que hablar de ello no era problema.
Había pasado casi dos meses desde aquella discusión y las cosas no parecían mejorar. De modo que, en ese ambiente, yo no era partidario de hacer referencia a la posibilidad de salir a divertirnos, intentar alguna aventura nueva o algo por el estilo, porque consideraba que podríamos resultar discutiendo de nuevo. Y creo que el pensamiento era recíproco, porque ella tampoco hacía referencia al tema. Sin embargo, la notaba un tanto extraña en su comportamiento, pero dado que estábamos ...