... manosea mi otra nalga y está a punto de darme otro fuerte azote cuando me aparto a un lado. Su mano pasa a milímetros de muslo.
—Estate quietecito. —le ordeno y me inclino sobre él de espaldas. Paso mi mano entre mis piernas, inclinándome más hasta poder coger su polla. Me voy sentando, dirigiéndola hacia mi coño. La noto abriendo los labios de mi vagina. La suelto y me penetro lentamente, apoyando mis manos en sus muslos para sujetarme. Desciendo sobre su polla lentamente, me levanto y vuelvo a bajar. Mi coño va humedeciendo su rabo, pero aun así me duele un poco. Me voy moviendo más rápido sintiendo como se dilata mi coño, empalándome con su polla que es demasiado grande para poder sentarme del todo sobre ella. Se me escapan varios gemidos. Él me agarra de una teta y me aprieta un pezón hasta hacerme daño, advirtiéndome. No quiere que nos oigan y a mí me da igual lo que él quiera. Sigo gimiendo cada vez que me ensarto en su polla y él me da un bofetón en la otra teta. ¡Como si estuviera gimiendo tan alto como para que nos oyeran!
Molesta, agarro sus huevos. Muevo los dedos, masajeándolos y luego los aprieto fuerte.
—Puta —gruñe cerca de mi oreja. Me coge de la cintura y me tira a un lado, sobre el sofá. Le miro tumbada de lado, completamente desnuda excepto por mis zapatillas converse negras.
Él deja el mando sobre la mesa y me agarra del tobillo para girarme y abrirme de piernas. Se quita los pantalones apresuradamente y se coloca de rodillas frente a mi ...
... coño. Frota la punta de su polla, abriendo los labios de mi vagina, y después me penetra de golpe. Se me escapa un chillido y él me da un bofetón en la otra teta, la que no abofeteo antes. Veo que mis pezones están duros y mis pechos algo enrojecidos por los golpes.
Apoya sus manos a ambos lados de mi cara y comienza a follarme, todavía con los auriculares puestos. No hace caso a sus amigos, solo me mira a los ojos mientras me embiste, penetrándome hasta el fondo, provocándome un placer y un dolor que me hacen estremecer. Él se inclina para besarme, follándome más y más fuerte. Me encanta como besa, no sé cómo lo hace. Me lame los labios, me mete un poco la lengua. No me parecía posible que me pusiera más cachonda, pero lo está logrando. Le muerdo un labio, fuerte, sin querer. Un acre sabor a sangre invade mi boca. Me aferro a sus brazos, sintiendo que el orgasmo se aproxima, y justo cuando me agarra del cuello me corro, clavándole las uñas en los antebrazos. Mis piernas tiemblan, se agitan, mientras él me folla un poco más, duro como siempre, apoyando su pelvis contra la mía, aplastándome. Me aprieta el cuello antes de correrse, cortándome la respiración.
Nos miramos. El enfado, y la excitación, ya han desaparecido de sus ojos. Afloja la presión de sus dedos en mi cuello. Se incorpora, con la respiración acelerada, y me da un manotazo en el coño antes de irse al baño. Ha ido a darme precisamente en el clítoris, con lo sensible que está, y me ha dejado al borde de otro ...