Pasaron semanas desde el polvo que eché con Gato, casi un mes, hasta que descubrí a Hombredelsur. En cuanto comenzamos a hablar, supe que era lo que buscaba. Me dio la sensación de que podía ser un madurito, como Gato, pero como supondréis, eso no me suele importar lo más mínimo a la hora de tener relaciones sexuales.
Pero, como os dije, había un problema: yo no soy del sur. Se lo dije. Yo ya había asumido que tendría que buscar a otro hombre. Sin embargo, y para mi sorpresa, me dijo que él podría viajar a mi ciudad, pero tendría que esperar una semana. Acepté.
Así que lo que os voy a contar hoy es solo un preámbulo, un aperitivo, un entrante para ir abriendo el apetito sexual.
Esta semana de espera se me estaba haciendo eterna y, dos días después de que HombredelSur me dijera que tendría que esperarle, la impaciencia me pudo y caí en la tentación de llamar a Víctor, un “amigo” de mi ciudad. Sí, lo pongo entre comillas porque no somos amigos, ni siquiera follamigos aunque a él le gusta considerarnos así.
Nos conocimos hace 5 años y, muy de vez en cuando, hablamos por Whatsapp. Quedar ya no quedamos apenas, aunque vivimos a menos de 20 minutos andando.
Imagínate lo aburrida que debo de estar para que decida volver a ponerme en contacto con él. Pero bueno, como vive solo no nos costó concertar un día para nuestra “cita”.
Voy caminando tranquilamente a su casa, paseando por mi ciudad con los auriculares puestos. Escuchando música, ajena al tráfico que hay a ...
... mí alrededor y a la gente que pasa a mi lado, pienso en Hombredelsur. ¿Cómo será? ¿Cuántos años tendrá? Me recreo en el polvo con Gato para imaginar cómo sería hacerlo con Hombredelsur y cuando llego al portal de Víctor ya estaba medio cachonda. Llamo al telefonillo y tarda lo que me parece una eternidad en abrirme la puerta. Estoy ansiosa por echar un polvo, por eso he quedado con él aunque no es precisamente al hombre que deseo.
El descansillo está agradablemente fresco comparado con el calor que hace en la calle. El verano ya ha llegado a mi ciudad y hay un sol abrasador desde que amanece hasta que comienza a anochecer.
Subo hasta el cuarto piso tarareando una canción y todavía fantaseando con Hombredelsur y con Gato, aunque el calentón ya se me ha bajado ligeramente. Víctor ha dejado la puerta de su piso entreabierta, recordándome por qué no le soporto. Es un vago y un maleducado de cojones, pero sabe follar bastante bien y siempre está disponible cuando lo necesitas.
Entro en su piso y cierro la puerta a mis espaldas.
— ¡Estoy en el salón! —le oigo gritar. Ni un hola ni nada, qué sorpresa.
—Hola —respondo, asomándome al salón. Está como la última vez que quedamos, repantingado en el sofá jugando a la Play.
—Puedes coger lo que quieras de la cocina. ¡Pero tráeme algo a mí también! —me dice, sin apartar los ojos de la pantalla del televisor. Sus palabras parecen más una orden que un ofrecimiento. Menudo gilipollas, pienso. Pasaría de él si no tuviera la ...