... burlón.
Me giro y le doy un puñetazo rápido, pero flojillo, en la entrepierna. Tampoco quiero destrozarle los huevos, solo darle un susto.
— ¡Eh! —grita, mirándome enfadado. Le he hecho el daño justo para molestarle.
—El karma —le digo, quitándome la camiseta mojada. Luego olerá a cerveza, ¡puaj!
Siento como su mirada se desvía de la pantalla para contemplar mi cuerpo. Llevo un sujetador negro, que contrasta con mi pálida piel. Él se lleva la mano a los auriculares y los apaga un segundo para decirme:
—Ven a compensarme por esa agresión, ¿no?
Normalmente le mandaría a la mierda, pero hoy estoy juguetona. Me acerco a él, me arrodillo entre sus piernas y froto su pene por encima del pantalón. Lo agarro fuerte mirándole a los ojos. Una advertencia para que no se pase de listo. Luego saco su pene del pantalón y ¡wow! La recordaba grande, pero ¿tanto?
Comienzo a masajearla despacio pensando que por suerte no crecerá mucho más. Paso la punta de mi lengua por la punta de su polla. Luego la lamo. Me encanta lamer el glande, me da mucho morbo. Lo hago durante un rato, trazando círculos, pasado toda mi lengua por el, mientras pajeo su polla. Él sigue jugando sin inmutarse apenas.
Me meto la punta de su polla en la boca y la aprieto un poco con mis labios durante un instante. La saco y me la vuelvo a meter, esta vez un poco más adentro. Repito la operación metiéndola más y más en mi boca. No tardan en darme arcadas cuando la meto demasiado. No alcanzo ni la ...
... mitad de su polla sin ahogarme.
—Joder —murmura y aumento la velocidad de la paja manteniendo su delicioso glande en mi boca.
Suelta una mano del mando y la cuela bajo mi sujetador para acariciarme una teta. El tirante resbala por mi hombro, dejando ese pecho más visible.
Empiezo a comerle la polla más rápido. De vez en cuando abro los ojos para mirarle y saber su reacción. La paja le está encantado, pero le gusta más ver cómo me ahogo. Cada vez juega más distraído, cada vez le derrotan en menos tiempo (lo sé por los comentarios que hace a sus amigos) y cada vez le veo más cachondo y molesto. Qué divertido, qué excitante. Me doy cuenta de que mi coño está empapado, embutido en unos pantalones cortos que hacen que, al estar de rodillas, las bragas se me metan por el culo. Cuando me las quite probablemente estarán mojadas, como mi camiseta.
Dejo su polla por un momento y me quito el sujetador. Pienso en levantarme y quitarme también los pantalones porque estoy muy incómoda con ellos puestos y estando mi vagina tan mojada.
Víctor me observa mientras me desnudo, ignorando por primera vez al juego y a sus amigos. Me bajo los pantalones poniéndole el culo en la cara. Aparta a un lado las bragas y me muerde una nalga. Luego, sin que yo lo espere, me da un azote que resuena por todo el salón. Estoy demasiado caliente para que la palmada me pique, pero seguro que esa nalga ya empieza a enrojecer con la huella de su mano.
Me inclino para quitarme también las bragas. Él ...