... matrimonio–. Y cerré la puerta de su automóvil negro para ir apresurada a recoger a mis dos hijos. Él pasó despacio en su auto a mi lado y se despidió con un agitar de su mano diestra.
…
—Bueno Rocky, ¿entonces aquí es donde vives? Está muy bonito, se ve muy tranquilo. —Me dijo Paola, admirando la fachada blanca con gris de los edificios de la urbanización.
—Sí, es muy tranquila y apacible la zona. —¿Me esperas mientras ayudo a subir el sofá cama a mi piso y luego te regreso hasta el hotel?
—No Rocky, ve. Mejor me voy con José en la furgoneta y así tú te acomodas. Y por favor mi «rolito», no vayas a «cagarla». Mantén la calma y cualquier cosa me llamas a la hora que sea. Mientras tanto me fumo uno de tus cigarrillos. Regálame uno, Nene. —Me respondió.
Se lo entregué y lo encendí. Con un abrazo y un leve roce de mis labios sobre su mejilla me despedí.
—Mañana temprano paso por tu hotel, pendiente para no demorarnos. Y Pao… ¡Gracias por todo! Feliz noche.
Con algo de esfuerzo logramos subir por las escaleras el pesado sofá y dejarlo a la entrada de mi apartamento. Le di las gracias al muchacho de la furgoneta y una pequeña propina por su colaboración. Nada más entrar se abalanzó mi hija sobre mí, para abrazarme…
—¡Papi, papiii!… ¿Papito y esto que es? —Me preguntó con su infantil vocecita.
—Ahhh, esto mi cielo es nuestra nave espacial. En ella podremos con tu hermanito, soñar con las estrellas. ¡Yupiii! —Y mi chiquita saltó de alegría para ...
... luego, ladeando su cabecita y mirarme con un gran signo de interrogación en su carita…
—¿Papi y mi mamá también? —Hummm, cariño a ella no es que le guste mucho mirar las estrellas. Algún día de pronto–. ¡Ven! Dame permiso para llevar esto hasta la alcoba de invitados. —¿Y porque Papi?
Sus porqués anteriormente me divertían tanto y ese en aquella noche, solo hizo que me quedara mudo, sin saber qué responder.
—Veras, mi cielo, tu mamita está como cansada y enferma estos días, así que prefiero darle todo el espacio en la cama para no molestarle. —¿Y tú hermanito? Le pregunté.
—Durmiendo con mi mamita, pero a ella no le molesta. ¿Será que ya no está tan enferma Papi? ¡Bendita inocencia!
—Vamos Caroline, ayúdame a acomodar esta nave espacial. ¿Ya comieron? —¿Sí señor y tú papito? —No, ahora miro que me preparo.
Y Terminé por ingresar el sofá cama en el cuarto de invitados, desplazando una silla vieja y la mesa para el planchado. El bote con la ropa limpia y en el mis camisas, sus blusas y los uniformes con las medias.
Lo dispuse de manera que al extenderlo en las noches no estorbara con la apertura de la puerta, sin embargo por lo amplio, solo dejaba abrir la mitad del recorrido, dejando espacio al costado derecho para las cajas con libros y recuerdos que no habíamos desembalado aún. Era necesario comprar un estante o mejor una biblioteca, quizá un mueble donde colocar mi computador. Silvia se acercó, nerviosa la noté, recostada sobre el marco de la puerta, ...