—No quiero que más tarde te arrepientas de lo que vamos a hacer.
—Nunca Marcos, quiero hacerlo, ser tu mujer y que me poseas.
—Mi vida, estoy temblando Marito, nunca me ha pasado.
—Yo estoy igual, tu verga crece mucho ahora Marcos. —se la tenía apretada en una mano y con la otra acariciaba su ancho pecho.
—Estoy muy excitado, tengo miedo de mi fuerza Marito, ¿Quieres que vayamos a la cama?
—Allí será mejor, por algún lado podré escapar de tu cepo.
—No vas a poder escapar Marito, esta vez no y vas a ser mi mujer.
—Llévame a la cama y fóllame, dame tu hermosa verga, tu jugoso pene que tanta leche me ha dado, me sabía rica, ¿sabes?, ahora me la darás en el culo como un macho, mi hombre de toda la vida.
—Me vuelven loco tus palabras Marito, me mareas amor. — se levantó y me quitó los pantalones sin desabotonar, junto con el slip antes de cogerme en brazos para llevarle a su cama.
Así me gustan los hombres, machos fuertes pero suaves en el trato, poderosos y potentes pero que no hagan daño a los débiles.
Ronroneaba como gatito en su cuello lamiéndolo dándole pequeños mordisquitos con los labios.
Tenía ganas de estar así otra vez primo precioso, entre tus brazos y sintiéndote mi hombre, mi defensor, mi Robin Hood.
Me dejo arrodillado sobre la cama, dispuesto como él quería para prepararme el culito, yo no hacía nada, solo agarrarme a la ropa temblando emocionado, era mi primo quien movía mi cuerpo disponiéndolo en la posición que ...
... deseaba.
—Sí, si Marcos, sigue lamiendo mi culito. ¡Oh ese dedo me ha hecho daño, más suave amor, déjame que llegue hasta tu polla, necesito lamerla para ponerla tiesa total. ¡Uiii! que rica verga mi amor. Me llegará muy profundo? No vayas a correrte ahora, tienes que preñar a tu hembra mi rey.
—No puedo aguantar más Marito, te la meto.
—De perrito amor, dámela por atrás para que no entre toda.
—Quiero verte la cara y sentir como gozas mi polla.
—Luego amor, primero por atrás, quiero ver hasta donde puedo llegar.
—Chúpame una vez más el hoyito y luego intenta meterla. —Marcos no me cogió con su brazo izquierdo por abajo, puso las manos en mi cintura y así me manejaba fácil, su verga, indudablemente más pequeña que la de mi papi también estaba más dura y más rígida, no necesitaba la ayuda de la mano para empujar por su misma en la entrada de mi culo.
Tiró de mi cintura y después de la presión el glande consiguió colarse dentro, yo le detenía con mi mano en su muslo, indicándole que se detuviera o continuara, poco a poco aprendía, cuando dejaba de apretarle él sabía que debía empujar para ir metiendo la verga y detenerse cuando era al revés.
Así, lentamente, el cilindro de carne caliente horadaba mis entrañas, algún pequeño dolor, la presión muy fuerte y el golpe de sus huevos contra los míos, señal de que la metida estaba consumada.
Me fue soltado de la cintura dejando que me tumbara, él vino tras de mi sin dejar que se saliera la verga y quedo tumbado sobre mi ...