... luego la sacaba.
Mi polla se balanceaba golpeando en mi vientre y el hilo de pre semen que me salía formaba una lámina que brillaba y parecía hielo. entonces agarró mi polla y empezó a acariciarla, envolvía el glande en su manaza envuelto en la humedad que yo mismo desprendía.
—Así me corro Marcos.
—Correte, quiero ver tu cara. —cerré los ojos, abrí la boca y un agudo grito se escapó de mi garganta, se me contrajo la verga y comencé a descargar leche como nunca me había corrido, entonces quitó su mano del glande y los trallazos de semen llegaban hasta mi cara.
El placer de mi corrida aumentaba por la follada continua que no había dejado de hacerme, entrando con la verga y saliendo de mi sensibilizado ano.
No había terminado aún de tirar leche cuando volvió a colocarse tumbado sobre mi, su pecho sobre el mío manchado de semen. Me miró socarronamente.
—Ahora me toca a mi.— elevaba el culo y lo dejaba caer con fuerza, enterrando su polla cada vez más profundamente en mi cuerpo, hasta que se le puso dura, dura como nunca la había sentido en mis manos y me miró alucinando.
—¿Dónde lo quieres? —como respuesta y sin poder hablar, pasé los pies por sus muslos para que no se apartara de mi.
Empezó a temblar y sus espasmos eran increíbles, sentía en mi interior como me iba llenando y el golpeteo de los chorros de leche que me dejaba en el cuerpo. Al final quedó tendido y temblando sobre mi, sacando las útimas gotas de semen que le quedaban.
Relajé las piernas ...
... y abracé a mi primo acariciándole la espalda, lentamente recobrábamos el resuello hasta que se separó elevando el pecho, lo tenía cubierto de semen igual a como estaba yo.
Se quedó a unos centímetros de mi cara y no podía enfocarlo.
—¿Te ha gustado?
—Mucho, mucho, quiero sentir así siempre.
—Entonces podríamos decir que soy tu primer hombre, al menos el primero que te ha dado placer.
—Así es, pero don Guillermo no tiene culpa por ser tan vergudo.
—¿Siempre le vas defender? —me le quedé mirando y le abracé del cuello para que bajara la cabeza y me besara.
—Ofréceme una ducha, estoy envuelto en semen. —hizo un gesto para separase y su verga se deslizó saliendo de mi culo, detrás de ella salió un largo reguero del semen que me había dejado dentro. Miramos todo aquello y nos echamos a reií.
—Sigues igual de lechero, pero me ha encanto sentirme lleno con tu leche. Ahora tengo que darme prisa, el abuelo y el peque ya habrán cenado y no tengo tiempo para recoger lo de Migue.
—Vuelve mañana, a la misma hora, y te ayudo a recogerla. —estábamos bajo la ducha y me le quedé mirando adivinando el sentido de sus palabras.
—Es posible que venga, con una vez no es suficiente para que demuestres lo que puedes hacer. —unos besos, unas caricias y me separé de él empujándolo porque no quería que me fuera.
**************
Pasé temeroso delante de la puerta de Migue, pensaba que adivinaría mi presencia y aparecería en ese momento. No me sentía culpable por lo de ...