... culo, con sus manos jugaba con mis pechos. Yo quería sentir su pene adentro mío, pero me daba miedo ya que era enorme y muy ancha. Sus dos manos me sujetaron de las caderas. Empezó a entrar primero con delicadeza como si quisiera acostumbrarlo poco a poco, cuando la mitad estaba adentro, tuve una mezcla de sensaciones que iban desde el terror al dolor hasta la curiosidad de tenerla dentro.
Me daba la impresión que me estaba partiendo en dos, lo que me permitía la mordaza, intenté suplicarle y entre los gritos ahogados me la introducía lentamente. No era la primera vez que me lo follaban pero no con el tamaño y la dureza, él siguió penetrándome, hasta que sus testículos se pegaron a mis nalgas. Estaba todo dentro, no lo podía creer, se retiraba despacio, la sacaba entera, dejando sólo la punta caliente manteniendo abierto el esfínter, en mi interior se producía un vacío que cuando volvía a penetrar la succionaba para devolverla al lugar que la alojaba.
Sus manos se afianzaban en torno a las caderas y empujaba de nuevo, el dolor era manejable y el placer aumentaba. Cuando la sacó, con lágrimas en los ojos, me libró de la mordaza y las muñecas, con los ojos cerrados, grité y mi cabeza cayó hacia atrás. Estaba empezando a volverme loca, cuando su mano me palmeó rítmicamente los labios abiertos de mi coño. Me agarró de los tobillos y me arrastró hasta él, puse cierta resistencia, con mis puños cerrados golpeé sus hombros pero consiguió abrirme las piernas para follarme por ...
... el coño otra vez. Empezó a moverse con una furia que me infundía terror pero a la vez placer y excitada por aquella situación mi sexo emanaba abundante flujo lubrificando sus acometidas. Me hizo llegar como tres veces hasta que bramando como un toro, acabo sobre mi vientre y mis pechos dejándolos totalmente mojados.
La combinación de pasión, deseo, placer y dolor se habían combinado para llenar y vaciar mi mente, sucumbir a sus manos, su boca, absorbiendo la sensación de su polla empujando repetidamente dentro y fuera, inundándome por todas partes. Cerré los ojos y creí dormirme un poco, pues me despertó cuando me dijo que teníamos que marchar él ya estaba vestido.
Salimos de la casa, las calles estaban cubiertas por una ligera lluvia. Durante el trayecto no cruzamos palabra. Hice que me dejase pasadas unas manzanas de mi apartamento, seguía la lluvia, me gustaba y me sigue gustando caminar bajo la lluvia.
-¿Te pasa algo? -Me preguntó, aparentemente preocupado.
-Nada en absoluto -.Negué moviendo la cabeza. No estaba molesta, ni siquiera confundida, deseaba estar sola para procesar todo lo que acababa de suceder aquel fin de semana.
Entré en mi apartamento y me sorprendí al ver lo mojada que estaba. Me quité la ropa empapada y me apresuré a meterme en la ducha. Cerré los ojos y mientras me enjabonaba, se me hacía difícil imaginarme a mí misma entre tanta lujuria, pero los hechos ocurridos no me engañaba y pasaban frente a mis ojos cerrados como una película a ...