... me observaba. Yo pensando para mis adentros que no me importaría ser su objeto sexual para satisfacer sus instintos animales.
-Parece que tienes hambre.
-Si.
-¿Siempre lo haces con tanta ansia? -.La manera como lo dijo, pasando a la vez sus manos por encima de su paquete, hizo que algo en mi interior se retorciese.
-Sí, siempre que hay algo que me apetece de verdad -.Contesté nerviosa.
-¿Hay algo que te apetezca más ahora que un simple desayuno?
No tuve palabras para responder aquella pregunta. Sentí una sed arrolladora y fue el tiempo justo para desabrocharle el cinturón y flexionar las piernas, tirar de los jeans, seguir con sus boxers. Y movido como un resorte, golpeó en mi cara una polla enorme y gruesa, altiva como un mástil. Me arrodillé y sin asirla siquiera, mi lengua la recorrió entera, desde la base hasta la punta. Tiré de la piel, haciendo emerger un rojizo capullo, poco a poco fui sumando dedos, hasta que con la consistencia suficiente para agarrarla con toda la mano.
Él se dejaba hacer, solo su magnífica polla, parecía tener vida mientras iba subiendo en tamaño, tras el pasar de mi lengua. Lo torturé, partía de sus huevos, recorría lentamente toda la longitud de su miembro y remataba con un chupetón a su capullo. Empecé con las manos a masturbarlo rítmicamente, con el glande preso entre mis labios. El calor de aquel pedazo de carne hizo que mis braguitas se mojasen en unos segundos. Resistía mis acelerones, las pausas, el filo de mis ...
... dientes mortificándole, le di un par de furiosos meneos, para que aquella estupenda polla se pusiese aún más dura.
Sin dudar empecé a introducírmela en la boca, abriendo los labios al máximo. Dado su calibre, me resultó difícil, pero pronto ya notaba su roce en mi paladar. Su mano me agarró del pelo y me castigó hundiéndomela hasta la arcada. Su polla saqueaba mi garganta una y otra vez, cortándome el suministro de aire. Enérgico y dominante, no se detuvo. Sin embargo, con cada empuje, con cada jadeo que pasaba, con cada nuevo lagrimeo de mis ojos, sentía más excitación, placer y deleite. Me gustaba tomar su polla, me encantaba que él estuviera disfrutando de mi boca. Podía sentir mi clítoris latiendo, el calor entre mis piernas cada vez más voraz.
Sus manos en mi nuca trataban de controlar el ritmo y la profundidad. En silencio, solo el sonido de su polla entrando y saliendo, respiraciones pesadas. De golpe hizo que parase y me aferré a sus piernas. Me apartó y empezó a masturbarse con prisas. Me senté sobre mis talones, cerré los ojos, abrí la boca y saqué la lengua, era consciente de lo que seguiría a continuación. Resopló y asistí al disparo del semen. El primer chorro siguió el surco de mi boca abierta, chorreando por mis labios mientras otras gotas sueltas mojaron la nariz, los párpados y mi frente. Volviendo hacia él, la introduje en mi boca, tragando desesperadamente todo lo que él me daba.
Me ayudó a levantarme y acercándose, me desprendió de la camiseta y ...