Citas que salen mal, muy mal
Fecha: 07/03/2022,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: molly625, Fuente: CuentoRelatos
... dirigimos al salón. La zorrilla había colocado delante del sillón una jaula. Pero esta no era tan grande como la de la habitación. Era mucho más estrecha y un poco más baja. De todas formas me alegré al ver que también tenía un cojín para hacerla más cómoda. Zak me hizo un gesto con la cabeza para que entrara en ella, y me soltó la cadena. Era tan estrecha que me costó un mundo entrar. Allí dentro sólo podía estar de rodillas, y no podía moverme nada, ya que a los lados estaba ya apretada y hacia delante me daba la cara justo con el fondo. Bajé la cabeza casi hasta el suelo, para intentar descansar un poco la espalda, pero al verlo la sirvienta se acercó hasta mi.
-Sube la cabeza -me ordenó.
Sacó un candado de su disfraz y me ató la correa de mi cuello a la parte superior de la jaula, con lo que ya no tenía ningún posible movimiento.
Mientras Zak Veía la tele, comía y descansaba en su sofá, allí seguía yo, desnuda y de rodillas, rezando para que me dejara salir de una vez. Desde las 11 hasta las 15:30 me tuvo allí metida. El olor de la comida era increíble, y con el hambre que tenía no paraba de babear, pero el cabrón no me dejó comer esa tarde. No sé si era parte de un castigo o qué, pero no iba a aguantar mucho tiempo así.
Cuando le salió de los huevos, cerca de cinco horas después me sacó de allí, con todo el dolor de articulaciones que tenía, y me llevó de nuevo hacia el jardín. Se sentó en un banco de piedra y tiró una bola de goma a unos 50 metros de ...
... distancia. Por un momento me quedé parada, pero enseguida me di cuenta que Zak quería que fuera a recogerla y se la trajera de vuelta. Fui a por ella, la cogí con la boca con dificultad, ya que era demasiado grande, y se la devolví en la mano. Me cogió la pelota de la boca y a modo de recompensa me metió una galleta en la boca. Para variar, no sabía a nada. Pero me temía que aquella era la única comida que iba a probar en el día, así que me tomé muy en serio mi tarea de recoger la pelota. Pasamos otras dos horas con el jueguecito, con lo que el dolor en las rodillas y en las manos era ya inaguantable. Por contra, había saciado un poco mi hambre a base de galletas. Luego volvimos para dentro.
Pasaba un rato de las 18 de la tarde, y ya podía decir que aquel era el día más largo de mi vida. El tiempo no podía pasar más despacio. Zak volvió a meterme en la jaula con el cuello atado arriba. Esta vez cogió una sábana y la puso por encima de la jaula, se acercó a la salida, apagó las luces y se marchó del salón. Las persianas estaban bajadas y las puertas cerradas por lo que me quedé a oscuras durante otro buen rato. Cuando por fin volvieron Zak y su putilla, pude ver en el reloj del salón que eran las 22:15. Debido al aburrimiento y al cansancio, incluso me había quedado dormida por momentos, aunque pareciera imposible hacerlo en aquella posición. Pero había un problema importante, y es que al dejarme tanto tiempo allí encerrada, no había podido aguantar las ganas de mear, y el cojín ...