Secreto entre amigas: no hay vuelta atrás
Fecha: 27/01/2022,
Categorías:
Lesbianas
Autor: DAMECANDELA, Fuente: CuentoRelatos
Mi nombre es Celeste. Maira es mi mejor amiga desde el jardín de infantes. Desde pequeñas compartimos absolutamente todo, hasta el día de hoy que tenemos 19 años. A medida que fuimos creciendo empezó a existir una tensión, pero nunca se la adjudicamos a nada sexual, sino al gran amor que nos tenemos la una por la otra.
Sin embargo, más de una vez borrachas en algún bar nos hemos besado, bromeando, pero nunca ha pasado de allí. Siempre ha sido un juego.
Las dos hemos salido siempre con hombres y hablamos de ellos todo el tiempo. Maira, por ejemplo, está de novia con Bautista, uno de los chicos de nuestra secundaria.
Un día habíamos salido a una discoteca con un grupo de amigos y habíamos tomado mucho. Las dos bailábamos descontroladamente, sensuales, mientras varios de los hombres que estaban con nosotras nos miraban de arriba a abajo, queriendo comernos.
Nosotras reíamos y disfrutábamos de sentirnos deseadas, meneábamos nuestros culos bajo nuestros cortos y apretados vestidos, que al agacharnos dejaban ver nuestras nalgas.
Ya eran las 5 de la mañana cuando decidimos irnos. Habíamos acordado previamente que yo me quedaría a dormir en la casa de Maira para no volver hasta mi casa que quedaba bastante más lejos. Ella vivía con sus padres y su hermano, un año menor, que dormía en la habitación de al lado. Todos me conocían desde pequeña y me adoraban, por lo que nunca era un problema que yo me quedara allí, me trataban como si fuera una hija más.
Salimos de la ...
... discoteca y borrachas como estábamos, paramos un taxi. Nos subimos en la parte trasera, y le indicamos la dirección.
Estábamos cansadas e íbamos calladas, pero de repente mi amiga posó su mano en mi muslo y la dejó allí. No era nada muy raro entre nosotras, hasta que comenzó a acariciar mi pierna despacio, moviendo suavemente su mano, y yo sentí cómo me comenzaba a excitar un poco.
No reaccioné. Pensé que quizás me estaba confundiendo, que tal vez estaba muy borracha, pero Maira lentamente comenzó a meter su mano por debajo de mi vestido, tocando mi tanga pequeña de encaje ya mojada, suavemente. Sonrió al sentir su humedad, y continuó tocándome. Yo abrí un poco mis piernas, disfrutando de las caricias de mi amiga, escuchando cómo mi respiración se aceleraba mientras yo recostaba la cabeza con los ojos entrecerrados.
Pensaba que probablemente el taxista se hubiera dado cuenta de la situación y estuviera excitado presenciando esa escena, y eso me calentaba aún más.
Mi amiga corrió mi tanga hacia un costado, y me metió dos dedos. Los metía y los sacaba con delicadeza de mi vagina lubricada, mirándome de reojo para ver cómo gozaba yo.
De repente vi cómo con la otra mano se tocaba ella misma por debajo de su vestido. Eso me volvía loca. Siguió masturbándonos a la vez hasta que yo sentí que estaba por venirme, por lo que tomé su mano y comencé a marcarle el ritmo en el que quería que me tocara. Ella obedeció y finalmente alcancé un hermoso orgasmo, emitiendo un leve ...