Las reliquias de los Primeros
Fecha: 23/01/2022,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: SashaKuzmin, Fuente: CuentoRelatos
... satisfecho, y entonces se echó atrás en su asiento y apoyó los codos en el respaldo. Su pecho se hinchó levemente y dejó escapar un sonoro y larguísimo eructo.
Mientras se hurgaba con la lengua entre los dientes se dedicó a observar a la hembra que mantenía sometida con artes negras. Incluso en los días fríos la obligaba a llevar abierto el abrigo sobre el pecho y desabrochados los primeros cordajes de su escote, de modo que se mostrara mucho de sus hermosos senos.
—Cuando estemos arriba me voy a correr entre esas dos —dijo con una sonrisa socarrona y arqueó las cejas, mientras señalaba con el dedo índice a los senos de su sierva.
Ella no replicó, solo afirmó brevemente con la cabeza y sus labios se curvaron mínimamente en lo que parecía una sonrisa de asentimiento. Pero nada más, ni una palabra. Solo aquella mirada cansada y hueca.
Entonces el joven se asomó de nuevo hacia la barra y llamó al encargado de la taberna. Le hizo un gesto, señalando hacia la planta superior y recordándole que había pedido una habitación y el hombre asintió y desapareció escaleras arriba.
Thorsten se abrió completamente el gabán y se recostó sobre el banco, a la espera de que abrieran su habitación. Ocasionalmente se rascaba su todavía incipiente barba o se llevaba la mano sobre el cabello, negro como el alquitrán, peinándoselo atrás e insistiendo con los dedos en dejarse definida la raya a un lado.
Pero no tuvo que esperar mucho más. Pronto se oyeron unos pasos a la carrera en ...
... la tranquilidad de la taberna y apareció frente a ellos el tabernero, resoplando e inclinando la cabeza.
—Todo listo. Si son tan amables de seguirme.
El joven se quedó sentado todavía un momento. Había algo en la cara de aquel hombrecillo, en su voz temblorosa y sus ojos cobardes que le traía a la mente un recuerdo distante y molesto.
—Bien, vamos —dijo el joven y se levantó. Y tras él, como un resorte, su sombra.
Los recién llegados siguieron al tabernero escaleras arribas y hasta una habitación abierta y que el gerente de la posada había iluminado convenientemente con múltiples lamparillas de aceite.
La temperatura era agradable de modo que Thorsten se deshizo de su grueso gabán y lo tiró en la cama y con un pequeño gesto de la cabeza dio orden a su sombra de que también ella se quitara el suyo. Y entonces el joven reparó en la gran tina a un lado de la habitación, llena de agua caliente y perfumada. Miró, sorprendido, al encargado de la posada.
—Solo por si el señor desea asearse antes de dormir —explicó el hombrecillo sin atreverse a mantener la mirada fija sobre el joven y su acompañante.
Thorsten dejó escapar una breve risotada y asintió con la cabeza repetidamente, como si acabase de caer en la cuenta de algo que hasta entonces había pasado por alto.
Se tiró en la cama, se recostó, apoyándose en los codos, y volvió a chistar al regente de la posada.
—Eh —lo llamó—. Traigo las botas llenas de barro. Quítamelas.
El hombre reveló un leve gesto ...